capítulo 9

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      El señor Ferrer pidió permiso a su jefe, para salir temprano de su jornada laboral. Exactamente a las dos y media de la tarde. La excusa era que tenía que lidiar con unos asuntos familiares. El jefe accedió y le deseó suerte y puso de manifiesto su orgullo por tener un enpleado que se preocupara por su propia familia más que ningún otro empleado.

     Eran las tres de la tarde, salieron los estudiantes.

-Vamos pa' el mall- dijo Michael.

     Abordaron todos el convertible de Ricardo De Pedro con el propio dueño al volante: Catuqui, Diego y Michael. Comenzó el viaje...

-Hoy rentaremos los trajes para el senior prom- dijo Diego.

-También me ayudarán a escoger el anillo de bodas. Uno sencillo y económico- dijo Michael.

-Querrás decir el anillo de compromiso- le dijo Omar Catuqui.

-No, el anillo para mi boda con Rubiana.

      Ricardo De Pedro frenó súbitamente su automóvil. Ignoró a una señora conductora de otro vehículo, quien le gritó improperios, ya que estuvieron a punto de colisionar. Ricardo le dijo a Michael:

-Estás loco, te casas.

-¿Y cuando te echan el lazo al cuello?- preguntó Diego.

-El sábado- contestó Michael.

-Con más razón vamos a celebrar el senior prom. Eso es- gritó Diego.

-También vamos a someterle a esto- dijo Catuqui extrayendo algo de uno de los bolsillos de su pantalón.

-¡Marihuana! Estas loco, arroja eso- dijo Michael asustado.

-Relax amigo, es para el sábado, para una vez en la vida.Además no desperdiciaría material de buena calidad.

-Aunque sea una vez en tu vida, deberías beber alcohol con nosotros- dijo Omar Catuqui

-Quizas, pero no fumaré esa porquería.

-Te lo pierdes- dijo Catuqui.

-Súbele la radio, que esa es mi canción - gritó Diego.

      Con la música a todo volumen siguieron ellos su rumbo, moviéndose al ritmo de la canción.

      De otro lado, Chavelis caminaba rumbo a su casa por su ruta habitual. Estaba asustada. La seguía un vehículo desde que salió de la escuela. Su perseguidor le tocó varias veces la bocina o claxon. Ella, perpleja, o más bien por que le fallaron las piernas tras el nerviosismo, se detuvo. El conductor se detuvo justo al lado de ella. Ella estaba a punto de gritar, pero al ver bien quien era el conductor, se contuvo. Le era conocido. Le preguntó en un tono molesta:

-¿Por qué usted me está siguiendo?

-Nada, te quiero proponer un negocio interesante(ella le interrumpió y le dijo en un tono aún más molesta:)

-Te equivocaste de persona, es a mi madre a quien buscas.Y no quiero que ella quiera algo contigo después que la insultaste en la última reunión de la junta de padres de la clase graduanda 94. La llamaste prostituta, prepago entre otros insultos. Además, lograste que la sacaran de la junta. Tan santurrones que se creen.

-Aquello quedó atrás. Algún día me disculparé con ella. Soy un hombre piadoso. No nos desviemos del objetivo, es a ti a quien busco.

-Váyase al diablo, señor asqueroso. Llamaré a la policía. Deja que consiga un teléfono público.

      Ella continuó su marcha, acelerando sus pasos. Él, enojado, se contuvo y siguió persiguiéndola con una sonrisa falsa dibujada en su rostro.

-¿Usted va a seguir molestando? Deje de seguirme.

-Te pagaré mil dólares americanos en efectivo. Además, te garantizo que lo disfrutarás al final del caso.

     Chavelis disminuyó la velocidad de sus pasos.

-Vamos, sube al auto. Discutamos los detalles, si no te gusta, te bajas, tan solo por escuchar te adelantaré cien.Vamos.

     Ella se detuvo, dio dos pasos más. Volvió a detenerse. Echó un vistazo a los alrededores, autos pasando sin mirarlos. Entró al vehículo...

      A pesar de ser lunes, Plaza Carolina mall estaba repleto de consumidores tanto en sus pasillos como en sus tiendas por departamento. El oxígeno de ese monstruo de concreto y vitrinas que era ese centro comercial cerrado, entraba por pulmones de personas de diversas edades, pero ese día el público juvenil era numeroso. Estaba finalizando el año escolar y muchos jóvenes iban en busca de artículos para las diversas y numerosas graduaciones y actividades como los bailes de graduación.

    En una de las joyerías Michael obserbava diferentes tipos de aros o anillos matrimoniales mientras sus amigos estaban en otras tiendas cercanas. Rato después su mirada quedó congelada sobre uno de los anillos. El precio lo desilucionó. Cuando iba abandonar la tienda de joyerías aparecieron sus amigos. Ricardo De Pedro notó lo que sucedía y le dijo:

-¿Te gustó uno de los anillos pero el dinero no te alcanza?

-¿Cómo lo sabes?

-Sabes que voy a estudiar sicología o siquiatría. Tu semblante me lo dice todo.

-Ni modo, buscaré en otra joyería que vendan más barato, aunque sea un aro usado. De esos que la gente empeña y nunca recuperan.

-No, Michael, compra el que te gustó. Yo te presto lo que te falte.

-Descuida.

-Vamos, no seas orgulloso, tú harías lo mismo por mí o por cualquiera de los chicos. ¿No?(le echa el brazo sobre el hombro)

     Compró enseguida el aro matrimonial.Enseguida Diego les recordó que tenían que alquilar los trajes de etiqueta. Cuando salían de la joyería, en ese momento entraban Rubiana y sus amigas. Perplejo, Michael, tras un beso tocado en la boca de saludo, le preguntó a su prometida:

-¿Qué haces aquí?

-Eso mismo me pregunto yo. ¿Qué haces tú aquí?

-Solo mirando- contestó él nervioso a la vez que con disimulo se metió al bolsillo trasero de su pantalón, el aro matrimonial sin que efectivamente ella lo notase-. ¿Entonces tú?

-Al igual yo, solo paseando y mirando en todas las tiendas. ¿Verdad chicas?(asintieron)

       Ricardo De Pedro notó que ellas lo miraban mal, incluso Juan, por lo que pidió a Michael que se despidiese de ella ya que tenían prisa por lo de los trajes de etiqueta...



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