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Siempre pensó en Meng Yao, su figura enjuta bajo constreñimiento absoluto en su camino por las sierras de Hejian; le hacía hervir la sangre por el hecho de que mantenía una sonrisa cuando algo malo llegaba a sucederle, viendo en él que la mansedumbre era parte inherente de su carácter afable, que estaba dispuesto a ayudar a otros, incluso si se aprovechaban de su buena voluntad, sin embargo, Meng Yao nunca demostró estar molesto con ello por más vergonzoso que fuera, era indiferente a los comentarios peyorativos hacia él o eso se veía. Por el lado de Chifeng-Zun, siempre apegado a la justicia y la moral; jamás esperó a que hiciera una protesta, jamás vio que les mostrara rencor a sus abusadores, sabía que Meng Yao no tendría una ventaja, simplemente se limitaba a sonreír casi tan tímidamente que eso arreciaba el cólera que cargaba.

Estaba preocupado por su integridad hallada en las paredes del Reino Impuro. Deseaba estar atento a lo que sucediera a sus espaldas, por ende había decidido otear sus acciones, esperando tenerlo siempre ante sus ojos y verificar que estaría bien o mejor aún, que se defendería por su cuenta de un montón de adoquines.

El muchacho había logrado ser una bendición para las fuerzas de la secta, no sólo para Nie MingJue sería muy malo que en algún momento decidiera reajustar sus caminos por motivos personales.

...

Cada día, sin quejas, se levantaba temprano, incluso si no había dormido lo suficiente por mantenerse en vela, él haría un esfuerzo. Todas las mañanas a primera hora bajaba a la cocina, conversaba con los plebeyos mientras esperaba el agua para el té calentarse, ayudaba a acomodar los leños si se requería y más tarde se dirigía a la oficina del líder de secta con una charola llena para continuar con su tarea a gusto.

Llegaría ahí y ordenaría lo del día anterior, el mapa de la región se mantenía extendido siempre y él transportaría la nueva documentación.

...

Luego de servir el té la tetera fue puesta con cuidado sobre la bandeja que se había quedado ahí la noche anterior y cuando acomodaba las tazas en sus respectivos puestos Nie MingJue emergió detrás de él con una sombra esbelta que no lo hizo sobresaltarse por ser repentino. Sólo volteó sobre sus talones y sonrió acompasado—. Buenos días, líder de secta, ordené los papeles por categoría. ¿Por cuál desea empezar?

Su comandante alzó una ceja, apenas y había podido concentrarse en su impávido tono, de hecho, llevaba una bata ligera y su expresión se veía claramente soporosa. Recién había despertado—. Siempre empezamos por lo más importante.

Meng Yao sonrió afable como es debido, a pesar de que la mayor parte del tiempo el tono de Nie MingJue parece un regaño, queriendo despabilarlo de que él ya debe saber lo que va y lo que no va. Sin embargo, había pensado que estudiar otros aspectos relevantes de la guerra no sería nada malo; como el tema de los alimentos, las inversiones en pólvora, entre otras cosas—. No he leído la nueva correspondencia, puede haber algo interesante ahí.

—Bien. —Dijo Nie MingJue, quién salió de la oficina y que por supuesto se dirigía a su habitación. Meng Yao sólo pudo ver la puerta cerrarse ante él. No pasaron ni doce minutos cuando el líder de la secta volvió, ahora vestido con su respectivo uniforme y una coleta ordenada con un broche de oro reluciente, su recuperada expresión irremediable enmarcada—. Puedes empezar. —Expresó en su habitual timbre demandante, arreglando su muñequera y la manga. Yao asintió, juntando sus dedos, observando a Nie MingJue con un modesto candor. Este tomó asiento frente a la mesa para examinar el mapa con una mano en el mentón, llevando de inmediato su vista a los papeles que con rigor habían sido ordenados.

NieYao One Shots | Mo Dao Zu ShiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora