Pink Lemonade

1K 84 63
                                    


El día más caluroso del verano golpeaba la ciudad con extrema violencia. La gente desgraciada que tenía que seguir su vida por las veredas ardientes jadeaba a cada paso mientras gigantescas gotas de sudor resbalaban por sus rostros. Las ropas ligeras, floreadas y llenas de coloridos patrones abrumaban en una ola incandescente los establecimientos públicos, acompañados de unas cuantas carcajadas y humo de cigarrillos.
Unos pocos más, no tan afortunados, tenían que hacerle frente al calor con sus uniformes de trabajo de colores oscuros y calurosos, o con trajes finos que definitivamente no eran ni un poco refrescantes.
Aún así la ciudad continuaba con su día a día, y a su vez, la vida seguía, evaporando hasta la última gota de agua que se pudiera encontrar en el suelo.

En los caminos de los transeúntes, una radiante cabellera castaña clara bailaba con el viento. Era larga, sedosa y perfecta.
Debajo de aquella cabellera, un rostro bellísimo, parecido a alguno tallado por Miguel Ángel se mantenía sonrojado por los golpes del sol, no importaba cuanto intentara cubrir la luz con la palma de su mano.
Acompañando todo eso, un vestido blanco muy casual y ligero ondeaba vigorosamente con la brisa.
Miyeon ya llevaba un par de minutos esperando en el sol, paciente y sonriente. No le importaba morir de calor o quemarse. Solo esperaba en la vereda, a un lado de una señal de tránsito.
En su mano derecha, y mientras la izquierda cubría su rostro del sol, sostenía una canastilla coqueta y llena de detalles rosados. Algo en su mirada lucía impaciente, pero a la vez emocionada.
Entonces, un gran camión se detuvo casi enfrente de donde Miyeon se encontraba, y de este, una joven igual de angelical bajó muy cuidadosamente.
A diferencia de Miyeon, esta chica tenía un muy largo y voluptuoso cabello azabache, que en el sol brillaba como la más brillante noche. Una piel pálida, junto con unas mejillas y labios rosados le daban una aura a princesa de algún cuento de los hermanos Grimm.
Una camisa de tirantes color azul claro y unos shorts negros se deslizaban por la hermosa figura de la joven, que, en cuanto vio a Miyeon, sonrió dulcemente.

—Hola Shuhua— Saludó cordialmente la castaña.

—¡Miyeon!— La pelinegra se abalanzó para empujar juguetonamente el hombro de Miyeon. —¿Estuviste esperando mucho tiempo debajo del sol? Estas rojisima—

—Eso no importa, mi rostro se iba a poner rojo al verte de todos modos— Miyeon lucía tan Inocente y angelical aún haciendo comentarios así, y Shuhua lo sabía.

—¡Aish! ¡No empieces a ser rara!— Shuhua golpeó a Miyeon mientras una risa nerviosa escapaba de su boca.

—Vamos— Señaló Miyeon.

Ambas chicas emprendieron una caminata por las orillas de la carretera. El río que bajaba desde quien sabe donde y que se abría paso por una pequeña presa Justo debajo de la banqueta brillaba y serpenteaba con el sol, mientras muchas flores y hojas flotaban sobre él.
De vez en cuando jugueteaban y bromeaban, sonriendo y disfrutando del día.

Shuhua y Miyeon eran mejores amigas. De esas inseparables y casi hermanas.
Se conocieron cuando Shuhua tenía como 7 años y Miyeon 10.
Shuhua provenía de Taiwán, pero su padre fue transferido a Corea. La pequeña Shuhua de 7 años tuvo muchos momentos difíciles desde entonces, desde su falta de coreano, hasta lo diferente que podría llegar a lucir a comparación de los demás del vecindario, o de la escuela, o del parque.
Miyeon era su vecina en ese entonces; y como en el típico cliché de mejores amigas, Shuhua estaba siendo molestada por niños groseros que se burlaban de su acento y de su grueso cabello negro. La burla fue tal que Shuhua terminó en el suelo con las rodillas raspadas y llorando, hasta que una Miyeon algo mayor a los mocosos bravucones apareció a defenderla y a ahuyentarlos.
Desde entonces habían sido inseparables, pero desgraciadamente, el padre de Shuhua fue transferido de nuevo a Seúl hace apenas un par de meses.
Aún así, la amistad no se rompió. Miyeon ahora tenía 22 y Shuhua 19.
La amistad es tal, que a pesar de hacerse casi 3 horas en camión, ésta era la cuarta vez en el mes que Shuhua iba a visitar a Miyeon, y siempre se emocionaban como si hubieran pasado 3 años desde la última vez que se vieron.
El día de hoy, habían planeado un picnic en el parque. Miyeon se había encargado de preparar toda la comida deliciosa que le gusta a Shuhua, y Shuhua se encargó de venir con hambre.
Al llegar al lugar predilecto, se dieron cuenta que había demasiada gente pasando el rato también. Y no se les podía culpar, ese parque estaba a un lado de un gran lago, que con la brisa, refrescaban la calurosa estadía.
No había mucho lugar disponible, y una cara de preocupación se asomó por los hermosos rostros de ambas chicas.
¿Acaso se quedarían sin picnic hoy?

Pink Sparkles ✨ Shuyeon/MiShuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora