En un pequeño pisito de alquiler en Barcelona
Inés cerró la puerta y contempló a Irene, que estaba de espaldas observando su piso. Se acercó sutilmente a ella y le retiró delicadamente el pelo hacía un lado dejando al descubierto parte de su hombro y su cuello. Irene sintió un escalofrió al notar el aliento de Inés en la nuca. La catalana posó sus labios en el hombro de Irene y comenzó a besárselo. Fue ascendiendo lentamente por su cuello, sintiendo como la respiración de la otra era cada vez más agitada hasta llegar a su lóbulo, que mordió suavemente. Irene no pudo evitar dejar escapar un gemido.
Inés sonrió satisfecha.
Le dio la vuelta, la agarró con fuerza y la arrastró hasta la mesa más cercana. La sentó en ella y sus bocas por fin se encontraron, desatando la pasión, ahora incontenible. Irene continuó besándola mientras le quitaba la chaqueta celeste, dejándola caer al suelo.
-Vamos a la cama-dijo Irene impaciente.
Se bajó de la mesa y agarró a Inés por las piernas, levantándola. Inés rodeo la cintura de la madrileña con sus piernas y se dirigieron al dormitorio mientras seguían besándose. Una vez allí Irene tumbó a Inés en la cama y se colocó encima de ella. Pasó las manos por sus estilizadas piernas hasta llegar a su cadera, que comenzó a besar. Ascendió por su torso mientras le quitaba la camiseta dejándola en sujetador. Deslizó los dedos por su canalillo para quitárle la prenda cuando Inés la empujó y se colocó encima de ella agarrándola por las muñecas. Se acercó a su boca y la besó intensamente.
Estaban tan absortas la una en la otra que casi pasaron por alto el sonido de las llaves abriendo la cerradura.
-Mierda-murmuró Inés entre dientes.
-¡Cariño, estoy en casa!- se escuchó una voz masculina al fondo de la casa.
Inés se levantó al instante de la cama y tiró con fuerza de Irene para levantarla también.
-Escóndete debajo de la cama-le ordenó Inés en voz baja mientras se ponía la camiseta.
-¿¡Perdón!?
-¡Que te escondas!
Unos segundos después Irene vio desde su escondite unos zapatos negros caminando dentro de la habitación.
-Hola mi amor -dijo Xavi mientras besaba a Inés para saludarla.
-Hola, cariño, que pronto has vuelto-respondió nerviosa.
-Se te ha caído la chaqueta-dijo el joven sonriente tendiéndole la prenda.
-Vaya, ni me había dado cuenta-mintió intentando mantener las distancias entre ellos.
Pero su marido la agarró del culo y la atrajo hacia él para besarla con fuerza. A Irene le ardía la sangre debajo de la cama.
-Te echaba de menos-dijo el joven.-Pero tengo que irme, tengo una reunión.
-Tranquilo, nos vemos por la noche.
-No sé si podre, te aviso ¿vale?
-Vale-respondió Inés algo molesta.
Le dio un beso en la frente y salió de la habitación. Unos segundos después se escuchó como se cerraba la puerta de la entrada.
-Yo también me voy-dijo Irene furiosa saliendo de debajo de la cama.
-Irene, espera.
La madrileña hizo como si no la escuchase y se dirigió hacia la puerta.
-Joder, que esperes-Le dijo Inés agarrándola del brazo.
-¿¡Qué espere?!- Te acabas de enrollar con tu marido en mi cara. -En cuanto lo dijo se dio cuenta de lo ridículas que sonaban sus palabras. Xavi era su marido. Y ella...bueno, su adversaria política.
-Si te parece lo apartaba y le decía que te tenía debajo de la cama.
"Hubiera estado bien" pensó para sí misma.
-Mira Inés, no se a que estás jugando pero no quiero seguir con esto. No quiero ser otra tonta más de tu lista.
-Eres la primera mujer con la que me voy a la cama, Irene.
Irene no quiso, pero no pudo evitar que algo se le revolviera por dentro al escuchar las palabras de la catalana.
-Ya me conozco esa historia, Inés...
-No te estoy mintiendo, por favor, confía en mí-su mirada perecía sincera.
-No puedo confiar en alguien que le está poniendo los cuernos a su marido.
-Irene, no lo quiero.
-Y entonces ¿por qué sigues con él?
Se encogió de hombros.
-Por costumbre, comodidad...no lo sé. Seguimos casados pero no somos una pareja. Él nunca tiene tiempo para mí.
-Mira, Inés. Eso es asunto vuestro, pero conmigo no cuentes para engañarlo.
Cogió sus cosas y se fue. Esta vez Inés no intentó detenerla. Sabía que sería en vano.
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Hoy podemos, mañana ya veremos.
FanficInés Arrimadas e Irene Montero comparten un acalorado cara a cara en Salvados donde saldrán a la luz algo más que sus diferencias.