THALASSA; avengers

P R E F A C I O

Su respiración estaba agitada. El saco oscuro sobre su cabeza no le permitía ver nada. No sabía dónde estaba o cómo había llegado hasta ahí. Si agudizaba sus oídos podía oír a personas caminar de un lado a otro, pero fuera de la habitación donde ella se encontraba. Trató de mover sus manos y sus pies, pero estaban firmemente amarrados tras la silla en donde se encontraba sentada. El olor a humedad le molestó, incluso la hizo gruñir en desaprobación.

Lo último que recordaba era haber dejado el apartamento donde se encontraba Bucky y luego había ido hasta el límite de la ciudad para así poder salir rápidamente de Rumania.

De un momento a otro voces se escucharon cerca de ella.

–Señor Strucker, si se consigue que respeten nuestro trabajo, si se enteran que servimos a Hydra...

–¿Qué demonios?

El saco fue retirado rápidamente, dejándola ver la húmeda y oscura habitación. Von Strucker y un científico se encontraban de pie frente a ella.

–Amber, querida, que alegría ver que estás despierta. —El Barón sonrió.

–Debí suponer que tú también eras de Hyrda.

–HYDRA, SHIELD. Dos caras de la misma moneda que es más que una moneda. —Amber gruñó.

–¿Por qué estoy aquí?

–Me temo que eso es clasificado.

–Deja las mierdas, Strucker. Se terminaron los secretos de Hydra y de SHIELD.

–No creo que esa información sea adecuada. Tenemos otras instalaciones que hacen un buen trabajo de Hydra en todo el mundo.

–¿Por qué estoy aquí?

–Porque vamos a darle una sorpresa al Capitán America y a sus coloridos amigos, incluyendo a tu padre.

–¿Qué hay de los voluntarios? —Habló el científico.

–Los muertos se enterrarán muy profundo. Ni los fantasmas serán capaces de encontrarlos. —El Barón sonrió.

Rompió las cadenas que apretaban los pies de la chica y la obligó ya ponerse de pie. La sacó de la habitación con el científico pisándoles los talones. Pudo ver el cetro de Loki a un costado por el pasillo que iban caminando. Cuando el hombre frenó en seco, ella llevó su vista hacia el frente. Dos adolescentes estaban encerrados en celdas especiales. Él se movía rápidamente, chocando contra las paredes de la celda. Y ella, ella jugaba levantando pequeños cubos, los hacia levitar.

Amber frunció el ceño. No sabía lo que Strucker hacía con ellos, pero sentía que tenía que ver con el famoso cetro del dios nórdico.

–Los gemelos. —Suspiró el Barón con una sonrisa orgullosa.— Verás, Amber, ya no es un mundo de espías, no más. No es siquiera un mundo de héroes.

>>Es la era de los milagros. Y no hay nada mas horrible... que un milagro.

Amber saltó en su lugar cuando la chica rompió los pequeños cubos en el aire. Sus ojos veían horrorizados a los gemelos.

Cuando el Barón le sonrió y la llevo hasta una de esas celdas iguales a las de los chicos, lo supo.

Él iba a experimentar con ella. La transformaría en una arma.

Un arma de Hydra.