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Tres años después.

Frankfurt, Alemania.

—Ya me voy. Adiós Lucie!

—Ya adiós... — respondí con cabeza debajo de la almohada a Allie que ya se estaba yendo a su trabajo.

Ni idea de que hora es.

Me doy vuelta en mi cama reiteradas veces, tratando de que mis ojos se acostumbren a la luz del sol que se asoma por las ventanas de la habitación.

Me siento en la cama parpadeando varias veces, logrando así poder enfocar mejor.

La miopía me está matando.

Veo el reloj que está en la mesita de noche.

Mierda. Son las nueve y media, lo que significa que en media hora tengo que estar en el hospital, de lo contrario, llegaré tarde.

Me levanto sin muchas ganas de la cama y me en camino hacia el baño para tomar una ducha.

Las gotas tibias caen por mi cuerpo y lo relajan de una manera muy exquisita. Me quedaría aquí siempre.

El baño se está llenando de vapor y las yemas de mis dedos están arrugadas, apago el grifo y salgo de la ducha.

Me visto, seco mi cabello y voy hacia la puerta para salir.

Al cruzar el marco de la puerta, recuerdo que mi bicicleta tiene la ruedas desinfladas.

Genial.

Desesperada hecho un vistazo al departamento para ves si encuentro alguna rápida solución a mi problema.

Bajo el mueble de café veo el par de patines que Allie usaba en las vacaciones.

No me queda de otra.

Tomo los patines, me los coloco en mis pies, y trato de acomodarlos ya que el calzado de Allie es un poco mas pequeño que el mío, quizás por ser más alta que ella.

Algo conforme con los patines, salgo del departamento y voy al ascensor.

Ando rápidamente con los patines por la puesta del edificio y me encamino por las calles hacia el hospital.

Al ritmo de Calvin Harris con la canción Summer, parto por la acera de la pintoresca ciudad.

Hay mucha gente circulando por las calles lo que provoca ir algo mas lento de lo que desearía para no llegar tarde a mi trabajo.

Ayúdame Jesús.

Un niño pequeño se cruza saltando en frente mío, haciendo que me desequilibre y caiga, aunque sentí que unos brazos trataron de ayudarme.

Termino en el suelo con aquel "héroe" desconocido para mí, cuando me levanto para saludarlo y darle un cortés gracias, mi móvil suena, lo que significa que sólo me quedan cinco minutos antes de llegar tarde.

—Oh lo siento...—dice aquel hombre.

—No te preocupes, gracias y adiós! —respondo sin verlo y solamente preocupada de apurarme.

—Hey dime tu nombre...!— grita él, pero ya estoy lo suficiente lejos para devolverme y perder más tiempo.

Llego diez minutos tarde, que los tendré que recuperar a la hora de la salida.

Genial. Llegaré también tarde al hotel.

Trabajo como doctora en el hospital, pero también canto en el hotel.

Cantar es mi hobbie, y lo disfruto. Trabajar como doctora también me gusta mucho, ayudar a las personas y sanarlas de enfermedades.

Camino para buscar mi uniforme, ponérmelo, y comienzo mi trabajo.

Al salir voy al hotel  y me pongo un vestido de gala para salir a cantar.

Veo al público al salir al escenario y todos aplauden. Me ubico enfrente del micrófono y comienzan las primeras tonadas de la canción Vídeo Games de la bellísima Lana del Rey.

Al cantar siento que estoy donde debería estar. Me expreso.

Los artistas lo hacen mediante pinturas y dibujos, los escritores mediante los poemas e historias. Yo al cantar o simplemente tararear tonadas, siento que soy yo misma. No la doctora Lucía Shield...sólo yo misma; solo Lucie, la joven común y corriente de veintiseis  años, que ama a los gatos, disfruta de leer y hacer surf.

Me gusta cantar, y me encanta mas aún que las personas les guste escucharme cantar. Amo lo que hago, y es genial eso.

Cosas del Destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora