Al despertar, lo primero que escucho es la voz estridente de mi madre, las pobres justificaciones de mi hermano y las arcadas de su novia, una novia muy embarazada.
Me siento en mi cama viendo la luz del sol atravesando por la ventana.
No sé que le ocurre a mi madre, todos esos gritos están de más. Es el día de la cosecha y Garrett y yo tenemos suficientes presiones sin que grite de tal forma. Al menos es mejor para Garrett, es el ultimo año que su nombre entrará en la urna y no ha cogido ninguna tesela como para estar en riesgo. Estará bien.
Me levanto antes de que los gritos sean para mi y bajo a desayunar. Una taza de té y un pedazo de pan rancio es suficiente. Papá mantiene los labios apretados mientras mamá sigue despotricando en contra de Sasha y su forma de "desperdiciar comida" vomitando.
—Está embarazada —le digo enfadado y ya, es suficiente para que se vuelva contra mi.
Isaac solía decir que amaba meterme en problemas, luego decía "Peeta, el salvador de los desvalidos", después fui "Peeta, el chico suicida" cuando se enteró de lo que de verdad hacía. Luego me trató como al resto en cuanto su nombre no tuvo que entrar otra vez en la urna para la cosecha. Sé que hubieron más motivos.
—¡¿Y porqué lo está, chico?! —me apunta enfadada con un cuchillo, no me hará daño, no con él, al menos—. ¿Alguien fue y les dijo a esos dos estúpidos chiquillos que fueran y arruinaran sus vidas?
A veces creo que mi madre ni siquiera recuerda nuestros nombres, no pasamos de ser "niños", "chiquillos", "idiotas", cuando está de buenas solemos ser "muchachos" y para cuando está enojada... Bueno, tiene una larga lista de donde elegir su insulto favorito.
—Ya hay que irnos, Peeta —dice mi padre repentinamente y levantándose—. Iremos a la panadería, ya sabes como son los encargos hoy.
Sí, a la gente le gusta celebrar, y si pueden permitírselo, compran tartas.
Nosotros también lo hacemos, es mi madre la que se encarga del "banquete", por eso no pisa la panadería hoy. Asiente y hace ese gesto con la mano para dejar que papá salga sin ella.
Salimos los dos solos, porque Isaac debe estar allá en este momento y Garrett tiene que quedarse con Sasha por seguridad de ambos. Pero no puedo quedarme callado.
—¿Después de tantos años...?
—Peeta, por favor... —su voz suena tan cansada que pienso, durante un segundo, en cerrar la boca.
—Aún no lo entiendo.
—Lo harás, algún día.
Al menos ahora no dice "cuando seas grande", odiaba que digiera eso.
Llegamos a la panadería justo cuando Isaac está abriendo. Le ayudamos y me voy directo a comenzar a hacer pan tan bien como se me da.
Pasa el tiempo y casi siento que he olvidado que hoy es la cosecha y que dos pobres almas estarán condenadas a muerte cuando la campana suena anunciando la llegada de un nuevo cliente. No necesito salir para saber quién es, y sé que no es un cliente. Piel aceitunada, cabello oscuro y ojos grises: Gale Hawthorne. Su olor es tan característico que es imposible no reconocerlo, o al menos eso creo yo, su posible acosador número 1.
—Buenas tardes, Señor Mellark. Isaac.—saluda a mi padre y a mi hermano.
Estoy pegado a la puerta viendo por una rendijita como Gale saca una ardilla de un saco y la pone en el mostrador. Es el secreto de mi padre, él se las compra a Gale y a otra chica, dos cazadores furtivos. No veo mucho del intercambio viendo al atractivo alfa admirar los pasteles de las repisas durante un segundo. Al otro parece sorprendido, pero no porque me haya pillado, sino porque mi padre acaba de darle un perfecto pan a cambio de la ardilla.