Me paso la mitad de la noche despierto y la otra mitad teniendo pesadillas. Siempre es lo mismo. Estoy corriendo en el bosque, con Garrett a mi lado cargando un bebé. Nos siguen, eso lo sé al instante, mi respiración es rápida y el miedo fuerte. No escaparemos. Entonces Garrett cae al suelo de rodillas y yo trato de ayudarlo, decirle que siga, pero la voz no me sale y las palabras no funcionan. Allí es cuando los veo: escondidos tras un árbol, Gale y Katniss nos observan. Les grito por ayuda y digo muchos por favor, pero no sirven. Nos ignoran y sólo se quedan allí mirando. Trato de correr hacia ellos, pero el suelo se vuelve inestable y luego ya no es suelo, sino arena movediza y quedo atrapado. Katniss sale, con el arco preparado para disparar. La esperanza me inunda el pecho, pero luego ella apunta a mi corazón. Siempre habla, y siempre dice lo mismo:
«—Tengo que ser yo quien vuelva.»
Despierto gritando y lleno de sudor cada que suelta la flecha.
Salgo de la cama todavía temblando y me meto a la ducha. Al cabo de un rato termino rendido, sin la menor idea de cómo hacer funcionar esto sin matarme en el proceso. Me baño con agua fría, que ayuda un montón a despertarme, y un botón me llena de espuma. Cuando termino salgo y me encuentro un traje que me han dejado delante del armario: pantalones negros ajustados, una túnica de manga larga color burdeos y zapatos de cuero. Me muevo un rato por la habitación, tratando de acostumbrarme a este tipo de ropa, pero no es fácil. Cuando me siento algo mejor salgo de mi alojamiento directo al comedor. Haymitch no dio una hora para el desayuno, pero sé que no voy tarde porque el también sale de su habitación.
—Buenos días —le digo. Él hace una seña y murmura algo que no entiendo. pero asumo que es una contestación amable.
Vamos al comedor en silencio y nos encontramos a Katniss ya comiendo. Viste un atuendo igual al mío, lo que es extraño, pero dado el éxito de ayer supongo que los mayores han decidido seguir con el juego de los mejores amigos.
Ambos le damos los buenos días y nos servimos para luego sentarnos y comer. Se siente como el inicio de un buen día porque nadie habla y sólo comen en silencio, ojalá fueran así todo el tiempo. Sin embargo, terminando la comida empezará lo feo. Hoy inicia el entrenamiento, donde todos los tributos convivirán en un mismo espacio entrenando para aprender algunas cosas. ¿Qué tan jodido es pasar tres días con las personas que tendrás que matar después? Pero no es tan malo como lo que viene después del entrenamiento, que son las sesiones privadas, donde demostraremos lo que hemos aprendido o cualquier talento para la matanza para ser calificados del 1 al 12, donde 1 es horrible y 12 inalcanzable. Lo malo es que casi nadie fuera del grupo de profesionales llega ni al 7 y una calificación alta significa patrocinadores, y tener patrocinadores significa tener una oportunidad.
Dejo mis pensamientos de lado, lo mejor es afrontarlos cuando sea el momento y no preocuparme antes, ahora sólo quiero comer.
Me siento satisfecho y más somnoliento al terminar, pero Katniss y yo esperamos a que Haymitch termine. Cuando acaba, da un gran trago a su licor y nos habla por fin.
—Bueno, vayamos al asunto: el entrenamiento. En primer lugar, si quieren, pueden entrenar por separado. Decidanlo ahora.
—¿Por qué íbamos a querer hacerlo por separado?—pregunta Katniss, como si fuera la cosa más absurda.
—Supón que tienes una habilidad secreta que no quieres que conozcan los demás.
—No tengo ninguna —digo en un tono infantil, Katniss comienza a mirarme feo—. Y ya sé cuál es la tuya, ¿no? Me he comido más de una de tus ardillas.
Bueno, sí, otra mentira. Era yo quién cocinaba las ardillas de papá, pero no las comía nunca. ¿Qué más da? Apuesto a que sabían bien si él las seguía comprando.