Llegué hasta la puerta de madera. Mi corazón parecía jugar una carrera hasta llegar a mi garganta. Dudé unos segundos antes de empujar la puerta que permanecía sin cerrojo. Di dos pasos y ya me encontraba dentro de la habitación. Suspiré, debía ser más valiente y no una simple niña asustada. Cerré la puerta por donde había entrado y la manta cubriendo mis pies, me jugó una mala pasa
da haciendo que cayera redonda al suelo.
-¿Quién esta ahí?-preguntó una voz adormilada y amago a encender la lámpara.
La electricidad se negó a aparecer en la habitación y Justin se desesperó por eso. Comenzó a apretar el pequeño interruptor con notoria desesperación.
-Soy yo.-respondí con dolor en mi voz. Me acababa de dar un buen porrazo contra la nariz y la barbilla. Mi boca sabía a sangre.
-¿_______?-preguntó alarmado.- ¿Qué haces aquí y qué fue ese ruido?-preguntó sentándose en la cama.
-Dolió.-le dije mientras me sentaba sobre el suelo y cruzaba mis pies, acto seguido, cubrí mis dedos helados con la manta.
-¿Te caíste?-preguntó y segundos después sentí su presencia a mi lado.- Hey, nena, ven aquí.-dijo con ánimos y me envolvió en sus brazos.
Mi cuerpo se tensó y a los segundos se relajó sabiendo que estaba en buenas manos y nada podía ocurrirme. Estar entre sus fuertes brazos me hizo sentir protegida y todo el miedo se esfumó, dejándome tranquila y en paz junto a él.
-Me duele la barbilla.-me lamenté. Se separó un poco de mi cuerpo y levantó mi barbilla.- Auuch, justo ahí.-dije quitando mi cara de sus manos. Chasqueó la lengua.
-Creo que no hay luz.-dijo más que acertando.- Y si no me equivoco, te has lastimado la barbilla lo suficiente como para que estés sangrando.-dijo y se puso de pie. Extendió su mano y la tomé.- ¿Se puede saber que hacías?
-Tenía miedo.-admití antes de volver a estrecharlo en mis brazos. Sin pensarlo dos veces recibió mi abrazo y agradecí que lo hiciera, pues ya me estaba arrepintiendo de haberlo abrazado.
-Vamos a ver que pasa con la luz.-dijo besando mi frente y luego nos separamos.- ¿Llueve?
-No lo se.-dije levantando la manta del suelo y al ponerme derecha me mareé.
-¿Estas bien?-preguntó preocupado cuando me afirmé en su hombro.
-Si te digiera que si, estaría mintiendo.-dije con sinceridad.
-Okay, quédate en la cama, iré a ver que pasó con la luz.-me dijo.
El miedo que antes se había despedido de mí, volvió siniestramente para quedarse. Mis manos sudorosas y temblorosas sobre el hombro de Louis, se negaron a soltarse y Louis lo notó.
-En serio, no estas bien y sin luz no puedo saber qué es lo que te ocurre.-me tomó por la cintura.
-No te alejes.-le dije arrugando mi nariz.
-Iré a solucionar ese tema y vuelvo.
-No quiero estar sola.-mis ojos se cristalizaron.
Solo veía su silueta a mi lado y sentí sus manos sobre mi cuerpo, pero no podía verlo del todo. Pensé que él me veía igual y por eso fue que no dudé ni un solo segundo en dejar escapar mis lágrimas.
-En serio, voy y vuelvo. Lo prometo.-me dijo. Asentí y sequé mis lágrimas.- Hey, no, no, no llores.-dijo rápidamente.- Okay, vamos juntos.-tomó mi mano.- Pero vamos rápido, no quiero que te enfermes.
Juntos salimos de la habitación. A la hora de bajar las escaleras, Louis no dejó de tomarme la mano y me condujo hasta la cocina.
-Quieta, tengo que salir solo un segundo.-me informó. Asentí con miedo y besó mi mejilla.- En serio, esta todo bien.-secó mis lagrimas y salió por la puerta de madera blanca que daba a una pequeña habitación de servicio.