Cayo el sol y comenzó la noche de San Juan, o lo que es lo mismo sin el nombre cristiano, el solsticio de verano, a las 3 de la mañana era la hora clave, pero ahora a las 12 encendimos una pequeña hoguera y reímos, lloramos, saltamos y añoramos tiempos más relajados mientras se oyen jaleos lejanos de personas ajenas a todo esto y una gaita con sonido festivo
-Bueno nos tenemos que poner en marcha- anuncio Vred- pero antes os quiero dar unos regalos
- ¿Qué regalos? - pregunto Alba
-Unos regalos de Aura y Hana, la abuela y la madre de Astrid como Drakani, empezare por ti, ponte de pie cerca de mi
Alba le hizo caso y se puso justo al lado de Vred, este le puso una mano en el hombro izquierdo, entonces Alba comenzó a brillar y su ropa cambio, llevaba un corset ajustado de color rojo con rayas que según la luz iban del naranja al amarillo y a ratos morado, un cinturón grueso de oro, con una llama roja y una falda de vuelo hasta las rodillas de color morado con simbología celta de nudos en oro en la parte baja, en los pies unas botas hasta casi la rodilla de color rojo brillante
También de accesorios llevaba unos brazaletes en oro con simbología celta grabada además unos pendientes en oro con forma de espiral, un colgante ajustado al cuello con un trisquel y una diadema sencilla con una lagrima de rubí sobre el tercer ojo, para terminar el moño que llevaba antes ahora era una preciosa melena roja brillante que le llegaba hasta media espalda
Vred hizo aparecer un enorme espejo para que se viese y lo unico que dijo fue...
-Flipo
-Astrid, ahora te toca a ti –reconozco que me acerco a Vred como una niña a punto de abrir sus regalos de cumpleaños
Comienzo a brillar como Alba, y algo inesperado, oigo dos voces "ahora no solo serás una princesa Drakani lucirás como tal" y asi de repente tenía puesto un vestido blanco con brillos en oro a la luz con un corset con escote algo pronunciado y una falda igual que Alba hasta la rodilla de volantes, en mis pies llevo unos tacones blancos elegantes, aunque con tacón grueso con adornos celtas dorados en la punta y hacia el talón
Llevo puesto un cinturón cuya hebilla es un uróboros en oro, la serpiente que se devora a sí misma, en los brazos unos brazaletes con unas letras grabadas que jamás había visto nunca, pero ahora sé que es draconico que ponen "el amor es luz", mi colgante en plata es también ajustado y lleva una runa que identifico, rápidamente el Fehu
De pendientes llevo dos perlas muy brillantes también la diadema que es trenzada en nudos celtas hasta que sobre mi tercer ojo cae una lagrima de ámbar para terminar mi cabello blanco brillante me ha crecido un poco más hasta pasar la media espalda y me ha maquillado a mi estilo, sombra negra en los ojos y labios rojos
Cuando me veo en el espejo casi me desmayo, pasamos de estar casi en harapos y sudando por el calor a estar radiantes y oliendo a flores, aunque me surgió una pregunta
-Estamos perfectas, no te digo que no, pero ¿no llamamos mucho la atención?
-Astrid – dijo Vred con mucha calma- habéis llegado hasta aquí y luchareis como lo que realmente sois, no como parecíais dos turistas perdidas y para ti aún tengo algo más, extiende tu mano derecha
En mi mano apareció un cetro dorado en oro cuya punta era una esfera que pasaba por todos los colores rodeado de una serpiente a modo de kaduceo terminando en la punta con la piña, que simboliza la glándula pineal, el tercer ojo, reconocí enseguida ese cetro en mi memoria ancestral y todo lo que podía hacer
-Y ahora – alzo un poco la voz Vred – ahora sí que si, en marcha
Comenzamos a caminar hacia el monte facho de Donon, lugar sagrado ancestral donde ardía el fuego sagrado y se veía en muchos puntos de Kalakia a lo largo de la costa y en las islas Cíes donde justamente bajo el mar había un gran secreto que ahora lo sé, parte de las ruinas del antiguo templo del fuego de mi abuela Aura y ese fuego que ahora íbamos a plantar justamente esta noche haría que la profecía se cumpliese ambos lugares conectasen y el antiguo poder resucitase
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Meiga Moura
FantasyAstrid Seoane Carballo es heredera de una larga tradición de meigas gallegas, aunque intenta llevar una vida lo más normal posible se acabara encontrando con su destino