2. Our lies.

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"Ally".

Alice Delacroix era una parisina que estudiaba ballet en Rusia y que había decidido pasar el verano en las playas de España.

Había aterrizado en Madrid, y la misma noche en la que llegó al país hispano conoció a un atractivo inglés que dijo llamarse Eric Newsome, todo lo que sabía acerca de él era que se trataba de un estudiante promedio de Historia del Arte de alguna universidad promedio del norte de Inglaterra y que su semestre de intercambio finalizaba ese verano.

Sólo eran dos chicos jóvenes que se enamoraron esporádicamente y que decidieron vivir su efímera historia de amor adolescente en Barcelona.


Me asusté cuando supe que aquello no podía ser para siempre, que mi vida real no podría vivirla al lado de Eric. Dos semanas después de recibir mi carta de admisión en la Universidad de Cambridge, abandoné España sin decirle nada a nadie. Recuerdo que me desperté antes de que saliera el sol y besé la mejilla de mi amor antes de irme. Ni siquiera tuve la valentía de escribirle una carta de despedida, así que sólo le deje mi cadena de oro con la inicial de mi nombre real; Astrid.

Me instalé en la ciudad de Cambridge, obtuve un empleo de medio tiempo y poco después conocí a Derek Wright; mi mayor apoyo, mi mejor amigo.

Un año más tarde volví a ver a Eric. Ebrio, vestido diferente, comportándose diferente, siendo otra persona completamente diferente a la que había conocido tiempo atrás. Una camarera notó que me fue imposible retirar mis ojos de él y me lo advirtió;

—Cariño, yo no lo haría si fuera tú. —Fue lo primero que me dijo después de entregarme el mojito que había ordenado con anterioridad— Elliot O'Connor es incapaz de tomar a cualquier chica en serio.

Sonrió satisfecha en cuanto vislumbró la confusión en mi rostro.

—Sólo se quiere a sí mismo. Nunca nadie está por encima de él, y nunca nadie es lo suficiente para él. —Me aclaró tres puntos básicos y luego se fue.

¿Elliot O'Connor? Me pregunté. Seguramente se refería al chico rubio de los ojos azules que se encontraba coqueteando con una morena, ambos pertenecientes al círculo de gente que se encontraba con Eric. Porque estaba cien por ciento segura de que era Eric Newsome, ningún hombre en toda la faz de la tierra podría tener facciones similares a las suyas, no todas en conjunto.

La nariz, los labios, las cejas, el mentón... El mismo cabello azabache, la misma sonrisa perfecta.

Era tal mi impresión que no fui capaz de moverme del sitio donde me encontraba, así que espere a que Derek terminara su última canción sobre el escenario y viniera a mi encuentro. Y así fue, su banda y él se despidieron del público con Counting Stars y prometieron presentarse el siguiente viernes por la noche.

—¿Crees que estuve bien? —me preguntó mi amigo.

—Siempre lo haces increíble. —Respondí, figurando una sonrisa.

Alzó su botella de cerveza y me propuso un brindis que correspondí con el mojito cubano que traía entre manos, al que no le había dado ni un sorbo.

—Derek, ¿quién es Elliot O'Connor? —No podía sacarme ese nombre de la cabeza.

Mi amigo dio un resoplido antes de responderme. Buscó al individuo con la mirada entre el mar de gente y cuando lo localizó, lo señaló con la cabeza.

—Ese de ahí.

—¿El rubio?

—No, el que está con Naomi, la pelirroja. —Indicó.

Una impactante pelirroja se aferraba con ambas manos al cuerpo de Eric Newsome, rodeándolo por la espalda y el torso mientras besaba su cuello e intentaba desabotonar su camisa.

Me deshice en celos al contemplar tal escena. Él era mío. O al menos, lo fue.

No logré concentrarme en ninguna actividad de aquella semana, todo lo que podía pensar era en la increíble mentira que había vivido el verano anterior.

Mi corazón le había pertenecido (y le seguía perteneciendo) a un recuerdo que un completo extraño había inventado. Eric Newsome no existe, y Elliot O'Connor no tiene ni una pizca de él en su persona.

Poco a poco fui enterándome de quién era él. Los rumores de corredor no dejaron de llegar a mis oídos desde la noche que lo por primera vez en Inglaterra, era un estudiante de negocios internacionales del Pembroke College de la universidad más prestigiosa del Reino Unido, el mejor de su clase; perteneciente a dos de las familias más influyentes del continente europeo, el legítimo y único heredero del imperio de los Meade; una aristocrática familia escocesa líder en importación del clásico whisky escoces, así mismo, era uno de los nietos de Willhem O'Connor, leyenda nacional, reconocido como el mejor economista de su generación.

Era el rey de corazones que bajo sus pies tenía a media población femenina, una celebridad estudiantil a donde quiera que fuera. Capitán del equipo de natación universitario, quien prometía un futuro más brillante que una aurora boreal.

Ese era Elliot James O'Connor Meade. No Eric.

 Eric y Ally habían sido una mentira que seguramente en su cabeza, nunca sucedió.

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