3. Something only we know.

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Finalmente, ese día llegó. 

Elliot me enfrentó de una vez por todas.

Por un largo tiempo fingió no saber de mi presencia en Cambridge y se mostró inalterable durante el transcurso de la clase de Mr. Galloway;  la clase de latín que supuse, eligió como materia extracurricular para sumar créditos a su promedio perfecto

No era una coincidencia. Era todo lo contrario.


—¿Creíste que nunca te encontraría, "Ally"? —Su pregunta fue entonada con una pizca de coraje.

Liberó un bufido irónico, desviando su mirada hacia el horizonte.

—¿Quién eres? —Lo miré a los ojos, dejando a un lado toda la oposición que he puesto hacia él todo este tiempo.

Intentaba ver al chico que conocí en España hace un año, el mismo por el que perdí completamente la cordura. Pero no lo conseguí. Sus ojos pardos eran más fríos que en el verano y podría jurar que me contemplaba hasta con rencor.

—¿No lo sabes ya, Astrid? —Pronunció mi nombre con dureza— ¿Si te llamas Astrid, verdad? —Asentía con su cabeza, sarcástico.

—No te conozco. —Musité, arrugué los ojos, negándome a recibir el desprecio que sentía en su voz.

—¿No? ¿De repente perdiste la memoria o qué? ¿Estás segura de que no sabes quién soy yo? —su mirada era intensa.

—Lo sé. —Admití— Y es justo por eso que no quiero estar cerca de ti.

Liberó una risita que no supe cómo interpretar.

—Estuve buscando a Alice Delacroix como un loco durante todo un año, y cuando me enteré que Alice resultó ser Astrid Hood, supe que toda esa locura, había sido en vano. Mentirosa. —Escupió sus palabras con rabia visible.

Enfurecí.

—Tal parece que la buscaste demasiado bien con la ayuda de Naomi Blake. —Reproché.

—¿Y qué esperabas? Tú te fuiste. Te fuiste sin decir ni una palabra. —Estaba colérico— No iba a esperarte para siempre. —declaró, recuperando el tono apático.

—No esperaba que lo hicieras. —Me obligué a contestarle con una tranquilidad absoluta.

—¿¡Qué esperabas, entonces!? —Sus mejillas se tornaron rosadas, se sentía impotente.

—Que volvieras a la realidad. Yo tuve que afrontar la mía, y tenía que hacerlo sola.

—¿Tienes idea de lo que fue para mí; despertar cada maldito día preguntándome que fue lo que hice mal?, ¿preguntándome todo el tiempo si te volvería a ver?, ¿sabes lo que todo lo que tuve que pasar hasta encontrarte?

La desesperación de su mirada me hacía desear lanzarme a sus brazos, y susurrarle al oído que todo eso había terminado porque finalmente, aquí estábamos, frente a frente el uno al otro. Y besaría sus labios otra vez. Y sentiría el dulce contacto de su piel con la mía. Y su aroma inundaría todos mis sentidos. Y nuestros corazones volverían a latir al mismo compás. 

Mientras pensaba en todo lo que estaría a punto de suceder, mis ojos dieron en dirección hacia su hombro derecho, aquel en el que mi mejilla me suplicaba volver a descansar, fue  en ese instante en el que  fui consciente de la marca roja que decoraba su cuello. Era una marca con la que Naomi Blake pretendía hacerle saber a todas las mujeres que ese chico era suyo.

Traté de guardar la compostura, de no hacer obvios los celos que me atacaron de súbito.

—Quisiera creerte. —Lo interrumpí— Pero desde que llegué aquí, te has comportado de una manera que sólo me hace desear tenerte lejos. Dime una cosa, ¿Eric Newsome fue real? —El fuego en sus ojos pareció acallarse un poco en cuanto escuchó ese nombre— Lo que vivimos en Barcelona, ¿fue auténtico?

—Lo fue hasta que me dejaste.

Negó con la cabeza, me dedicó una última mirada indiferente y se dio la media vuelta. 

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⏰ Última actualización: Sep 13, 2019 ⏰

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