Capítulo siete.

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(Créditos del fanart a su respectivo artista)
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A Fines de Agosto. Capítulo siete.

Seguía lloviendo terriblemente afuera. Pero no le importaba. Pese a que se sentía completamente roto y deseaba arrodillarse allí mismo y llorar, trataba con todas sus fuerzas de mantener el paso.
"Zeta-san, tengo que ir con él. Necesito ir con él. Aguantaré hasta llegar a su casa" pensaba sin dejar de sollozar, su vista entorpecida por la neblina del derredor y sus lágrimas. Tenía que resistir.

Genos-sama — una voz artificial en lo alto llamó su atención. Alzó la vista, intentando de vislumbrar algo en medio de aquel aguacero. Un dron, específicamente del tipo que solía ir por él cuando estaba averiado en demasía — Kuseno-sama me ha enviado por usted

— ¿Por qué? ¿Pasa algo? — preguntó el rubio intentando sonar neutral.

Mi única orden es llevarle hasta el laboratorio urgentemente

Qué mal presentimiento le daba aquella respuesta. Kuseno no mandaba uno de sus aparatos así porque sí como si se tratase de un taxi. Algo había ocurrido y no sería nada agradable.

☆☆☆

Nada más descender en el helipuerto, Genos fue recibido por uno de los androides del doctor.

Acompáñeme, por favor — y sin más palabras, dio media vuelta y comenzó a caminar.

Genos estaba muy nervioso con lo misterioso de la situación.

— ¿Ha ocurrido algo con el doctor Kuseno? — le preguntó al autómata, esperando fuera algo cooperativo en contestar.

Tengo estrictas órdenes de no decir nada. Sólo llevarle al salón principal

Perfecto. Nadie iba a informarle por qué había sido llevado tan de pronto hasta allí y como si fuera poco estaba sintiendo cada vez más fuerte la tensión en el aire a su alrededor.

Caminaron bastante. Ese sitio era inmenso y la distancia que había desde el helipuerto hasta la sala primordial era más larga de lo que recordaba. Claro, con el embarazo todo le parecía excesivamente lejano y trabajoso.
Pero su inquietud milagrosamente hacía que no pudiera permitirse un descanso. Necesitaba saber qué ocurría e iba preparándose mentalmente porque estaba seguro de que era algo malo.

El androide se detuvo bruscamente y abrió una gran puerta, haciéndose a un lado junto con ella.

Hemos llegado. Pase, por favor

El joven cyborg hizo caso y atravesó el umbral de la puerta, la cual se cerró lentamente detrás suyo haciendo algo de eco en el espacioso lugar.
El salón principal solía ser el sitio formal de reuniones con otros científicos, entrevistadores o gente importante. Sin embargo allí, en el asiento cabeza de aquellla enorme mesa en forma de "U", sólo estaba Kuseno, mirando sus manos entrelazadas sobre el vidrio y con un alarmante rostro endurecido por el enojo. Genos entonces lo supo. "Lo descubrió".
Comenzó a temblar de pies a cabeza y dejó de avanzar, quedando paralizado a cuatro metros de la mesa. Y una oleada de terror subió de sus pies hasta su cabeza al ver cómo Kuseno levantaba la mirada fijamente hacia él.

— Siéntate, Genos — su voz sonara dura, demandante y temía no obedecer con prontitud, por lo que el chico se forzó a sí mismo, entre temblores que lo hacían resonar como bolsa de latas siendo sacudida, hasta sentarse en la silla más cercana a él y más alejada del doctor.

El silencio fue largo y tortuoso. Tenía miedo de lo que pudiera decirle aquel al que consideraba su padre, miedo de lo que estaría pensando de él en ese mismo momento, de lo que podría hacer. La incertidumbre lo estaba matando lentamente.

A fines de AgostoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora