Dear Chuuya.

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◦۪۪̥ ✃ ' Narra Dazai · 💒 ࿐
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19 de Junio, 2016, Yokohama.

Era verano, recuerdo que acababa de cumplir mi mayoría de edad.
Las voces distorsionadas de todos aquellos que me rodeaban todavía seguían presente en mis oídos, hablándome sobre "libertad",
como si tener 18 años me volviera un animal salvaje, sin compromisos ni propósitos en la vida, como decían que éramos los estudiantes de mi generación.

Todavía tenía arraigada la insatisfactoria sensación que me hacía sentir la misma canción año tras año, un desafinado coro de voces cantándome Happy Birthday y obligándome a soplar las velas de la tarta para después pedir un deseo mentalmente, como si algo tan estúpido fuera real.
Pero suponía que era parte de la naturaleza humana creer en este tipo de tradiciones, de poder conseguir lo que querían con un soplido de sus labios, solo aquel acto y que les cayera del cielo todo lo que habían soñado con el paso del año. Así que, supongo que para no ser diferente de los demás, deseaba lo mismo año tras año.

"Quiero encontrar una bella dama con la que cometer doble suicidio."

Eran las once y pico de la noche, por cosas del destino, y unos compañeros adictos al alcohol, los cuales tampoco eran necesarios de recordar. Había acabado en un local de bebidas y mujeres, quedé sentado en un sofá largo de aspecto antiguo que hacía una media luna alrededor de una mesa ancha y baja, con la utilidad de dejar las bebidas y alimentos suponía, y con un cenicero negro de colillas en medio. Pero la cual ahora tenía de función de sujetar mis pies mientras veía la infinidad de mujeres por todo el local.
Era uno de aquellos típicos clubs de hostess; donde mujeres de entre dieciocho y veinte años se sentaban contigo, coqueteaban, te escuchaban, y fingían como si les interesaras. Una interesante función en la cual tenían que hacer su mejor teatrillo de "novia" para que su cliente gastara el dinero en bebidas innecesariamente caras. Pero era entendible, ya que la mitad de lo que te costaba una copa iba a su sueldo.

Pocos minutos después había salido de mis pensamientos a causa de una jovencilla de cabellos anaranjados que había hecho el sofá hundir levemente a mi lado, a la cual dirigí una desinteresada mirada por unos segundos y una sonrisa con amabilidad hipócrita, siquiera sin fijarme de lleno en sus expresiones.

Aunque después de segundos dirigí mi vista nuevamente a ella, y ojeando su figura de arriba abajo, sonreí con picardía. Lucía realmente atractiva, pero no era de aquel tipo de hombres, si necesitaba ser escuchado podía hacer caer en sus brazos a cualquier bella mujer que realmente le interesara el castaño.

— ¿Qué te trae por aquí, pequeña? —Pregunté sin siquiera mirarla, con mis labios curvados a modo de sonrisa y los ojos cerrados. Expectante a una buena respuesta típica de su oficio, pero al oír el silencio sepulcral. Recuerdo que no pude evitar querer deleitarme con su belleza digna de diosa griega.
Se veía realmente joven, pero desprendía un aroma lleno de experiencia e historias antiguas guardadas, recuerdo claramente sus habladores ojos, mientras su boca se mantenía callada.
Tal vez dentro de aquel hermoso molde se podría encontrar las relatos más fantásticos, las palabras más elegantes y el placer infinito digno de dioses.

— Para tu información, si me vuelves a decir pequeña te llevarás un buen golpe, caballero. —Fue lo único que finalmente respondió la chica mientras se acomodaba contra mi figura, juraba que en aquel momento pude oler a kilómetros aquella aura victoriosa que seguramente le habría dibujado una sonrisa en sus labios, y la verdad es que con motivos. Aquella respuesta había dejado mi mente en blanco, agraciado por la presencia ajena. Que mujer tan interesante.

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