Cara al viento.

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Nota: Recomiendo escuchar la canción "Calma", de Pedro Capó mientras leen el fic.

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Aquello podía considerarse definitivamente un lujo que jamás se podría costear. Jordan cumplía años y por primera vez en su vida lo festejaba por todo lo alto. Tenía reservada una de las mejores playas privadas, un bar con catering exclusivo para la atención de sus invitados, y todo dado en un perfecto atardecer. El sol del verano pintaba de un precioso color cobrizo el cielo y la arena, y el viento soplaba dócilmente, meciendo las olas, llevando consigo la bruma del mar y dejando en el aire esa fragancia deliciosa de frescura. Hal ese día se veía radiante. Conversaba con sus amigos y reía resuelto y enérgico. Su sonrisa eclipsaba todo lo que estuviera a su alrededor. Bruce lo miraba extasiado, sumamente enamorado. El regalo había sido idea suya. Había querido complacerlo con aquel detalle inspirado en una película que habían visto juntos en una de sus tantas citas secretas. Que acertado había sido aquello, aunque le había costado horrores que el Linterna le aceptara la propuesta. Y si, ambos eran una pareja desde hacía años, pero que, por algún motivo no resuelto en Wayne, aún mantenían su relación oculta de todos los demás. Creía que de aquella forma estaba seguro y lejos de la exposición innecesaria.

La música sonaba por todo lo alto dándole sazón a la fiesta. Amigos cercanos y miembros de la Liga se encontraban reunidos mientras disfrutaban de algún trago o comían aperitivos. Hal se paseaba entre los asistentes para no desatender a ninguno, recibía regalos de los que iban llegando y platicaba amenamente con sus más allegados. Entre risas y diversión, comenzó a sonar una canción, "Calma", de Pedro Capó, que inspiraba a mover el cuerpo al ritmo de bachata. Varios se animaron a ponerse a bailar. La música era perfecta para la ocasión dado que estaban en la playa, todos vestían con bermudas, camisas sueltas y se encontraban descalzos en la arena. Los ánimos contagiaron al Linterna que enseguida fue armando parejas entre sus amigos para que se pusieran a bailar. Algunos aceptaron de inmediato y otros más avergonzados apenas hicieron unos pasos y terminaron separándose. Ahí no importó si los dúos estaban conformados entre varones o mujeres, la idea era mover el cuerpo y divertirse.

—Baila conmigo. —Hal extendió su mano a Bruce con una sonrisa pícara.

—No creo que sea una buena idea. —Se puso inmediatamente tenso. No es que no supiera seguir el ritmo de aquella melodía, pero indudablemente el mostrarse así con él era demasiado llamativo—. Busca a alguien más.

—¿En serio? Anda, están todos bailando. Nadie se va a fijar en nosotros. —Le tomó de la muñeca y tiró de él hasta apartarlo del techo de paja que le cubría del sol—. Sólo sígueme y déjate llevar. —Sostuvo con fuerza el agarre en su mano diestra y llevó la izquierda hasta apoyarla tras la espalda.

A Bruce no le gustó para nada la idea. Miró para todos lados nervioso y sólo logró relajarse un poco cuando se percató que nadie les estaba prestando particular atención. Miró a Hal con un leve fastidio y aceptó a regañadientes bailar. El Linterna sólo pudo reír sutilmente ante los berrinches de su pareja y decidió que no se perdería un baile esa noche especial. Sin dar más vueltas, Hal se pegó a la pelvis de su amante de manera íntima, así como lo requería el estilo de música. No llegó a tocarlo, pero estaba lo suficientemente cerca como para que en cada movimiento de caderas sus cuerpos se rozaran. Dejó que el ritmo de la música los llevase lentamente, manteniendo las rodillas ligeramente dobladas para que el fluir de caderas surgiera de forma natural. Los pechos estaban juntos y las piernas casi entrelazadas. Se desplazaban con bastante gracia de un lado para otro, con un meneo sensual que hacía saltar el corazón de Bruce. Hal le miraba con cariño, le acariciaba discretamente la espalda y suspiraba flechado por todo lo que sentía en esos momentos. Era su cumpleaños, prácticamente lo festejaban juntos al haber un día de diferencia entre uno y otro; tenía a sus amigos reunidos y en especial a Bruce, en sus brazos, bailando. Estuvieron durante un tiempo moviéndose de costado a costado, seductoramente, dejándose llevar por la melodía. Aquello era perfecto, hasta que el playboy se sintió repentinamente expuesto. Se puso tontamente incómodo y colocó resistencia a su cuerpo de manera inconsciente.

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