Historias Batlantern

Notas Musicales Brillantes.

La cena de Noche Buena había terminado perfecta y todos habían disfrutado de una deliciosa comida y una agradable compañía en la mansión Wayne. El cálido buen humor de todos hizo que acabaran la velada como una fiesta memorable. Brindaron llegadas las doce, repartieron los regalos entre sonrisas y abrazos, y a las horas, poco a poco los hijos del murciélago junto a sus parejas se fueron despidiendo para regresar a sus hogares. Hal le había prometido a Bruce un regalo sorpresa desde hacía días, y pese a su gran habilidad detectivesca, éste no tenía pista alguna de que se trataba.

Pero el misterio sería revelado esa misma noche al concluirse la celebración.

—Entonces, ¿me vas a decir cuál es el secreto que tanto guardas? —preguntó Bruce al cerrar la puerta tras despedirse de su último hijo.

—Déjame enseñarte. —Hal extendió su mano con una sonrisa para guiarlo hasta la chimenea de la gran sala principal.

En aquella lujosa habitación, había dos sillones cómodos y un par de sofás dispuestos alrededor del fuego y colocados junto a una enorme alfombra color blanco. A un costado, se encontraba un alto y frondoso pino decorado donde horas atrás habían estado los regalos. Sobre uno de los muebles, se hallaba uno de los libros favoritos de Bruce que tanto recurría a leer, y un estuche que el millonario identificó sin problemas como el de un violín. Todo había sido preparado por Alfred por petición del Linterna.

Cada vez más confundido estaba Wayne de ver todo aquello.

Jordan se sentó sobre un sofá doble, y junto a unas palmaditas invitó a su pareja a sentarse a su lado. Desenfundó el violín, tomó el arco, y con el poder de la energía de su anillo creó unas partituras con una bella melodía que había practicado durante meses para la ocasión.

—¿Has estado... estudiado violín? —preguntó lo obvio, aún impresionado, sin quitarle la mirada de enamorado. Aquel instrumento era uno de sus preferidos, pero jamás había visto al Linterna con uno, o le había encontrado practicando, o tomando clases.

Realmente le era toda una sorpresa.

—Sí... fui tentando aquella primera vez que me llevaste al teatro y escuchamos una preciosa orquesta. Cundo salí del lugar me dieron unas terribles ganas de estudiar violín. Quería regalarte una pieza para alguna ocasión especial, que fuera sorpresa. Así que practiqué por un par de años hasta que logré interpretar una bien. —Le miró detenidamente, sabía que Bruce estaba todavía sumergido en su estupefacción—. Ven junto a mí, hace frío. Escucha el regalo que tengo para ti —dijo con una sonrisa que iluminaba aquella habitación más que el fuego y las luces de la misma.

Bruce inhaló profundo la sensación de paz en su interior y tomó su libro entre sus dedos. Se sentó a su lado, recostó su cabeza sobre el regazo de su amado dejando el objeto de lectura reposado en su abdomen, sin intención alguna de leer; sólo estaba interesado en poder escucharle por primera vez. Hal acomodó la postura de su cuerpo, relajó las muñecas y sus dedos, y por último levantó el arco sintiéndose sumamente feliz de al fin tocar para él.

El momento había llegado.

Deslizó las cerdas en un primer movimiento de su brazo y comenzó a tocar una deliciosa pieza de Bach. Una que lograba interpretar magníficamente para el asombro del empresario.

En esos minutos cálidos, donde sólo se escuchaba la melodía del violín y el crepitar del fuego, el amor que se tenían la pareja parecía florecer con más fuerza que nunca, sumidos por esa energía envolvente. Ambos sabían que no querían estar en ningún otro lugar en el mundo más que al lado del otro. Bruce se sumergía en esa pieza armoniosa y perfecta, dejándose llevar completamente por sus sentidos; y Hal, de igual manera, cerraba sus ojos y se dejaba llevar por la pasión que sentía al interpretar cada nota. Fue tan intenso todo, que hasta la fiera que residía en el caballero oscuro, que en todo momento estaba al asecho, ahora se encontraba relajada disfrutando de la música.

Hal terminó su pieza al poco tiempo, un tanto agotado, y observó el lento y profundo respirar de su pareja. Ésta se encontraba cansada tras largas noches de no haber conciliado el sueño por su trabajo nocturno, y al parecer aquella deliciosa música le había relajado hasta el punto de dormirlo. Jordan dejó a un lado el instrumento y acarició los cabellos de su amado con calma, disfrutando de la expresión pacífica que le devolvía su rostro. Se acercó lentamente a sus labios y apenas rozó los mismos para darle un pequeño y dulce beso.

—Feliz Navidad, amor mío —dijo en un susurro con los ojos cerrados, y al abrirlos, se encontró con ese azul profundo que lo miraba con la intensidad de una tormenta—. ¿Te desperté? Lo siento.

—No. No estaba del todo dormido. Feliz Navidad, Hal —respondió y alzó su mano hasta los cabellos del piloto para traerlo de la nuca a su boca y besarlo de mejor manera; fundiéndose en uno de los besos más deliciosos que jamás había probado—. Gracias por el regalo. Fue realmente hermoso. —Acarició su mejilla con cariño y Hal se sonrojó hasta las orejas—. Toca otra vez para mí.

—Sólo... sólo he aprendido bien la pieza que ya has escuchado. Me sé algunas otras, pero... —mencionó todo avergonzado—. Aún me falta mucha práctica para interpretar bien.

—Repítela para mí, por favor. —Se volvió a acomodar en el regazo de su amado y cerró los ojos con un largo suspiro, dispuesto a disfrutar otra vez de su regalo.

El mejor que había recibido en años.

Hal simplemente sonrió y tomó nuevamente el instrumento en sus manos para tocar con calma y pasión, con su espíritu vivo que hacía que las notas salieran con una energía limpia y pura que acariciaban hasta el corazón del hombre a su lado.

Tan fuerte, hermoso y vibrante... como la luz que siempre desprendía de Hal.

Notas finales: escritas tiempo atrás.

Sé que la Navidad pasó, pero me había quedado pendiente este escrito que tenía ganas de hacer. Inspirado en la talentosa artista de este dibujo: RoCrss. Gracias a todos por su lectura! Nos leemos pronto en otra historia!