Capítulo Dieciséis

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"¿Recuerdas cuándo nos conocimos?" pregunté, acostada de lado en la cama de Ian, al igual que él, viendo fijamente su rostro.

Eran las 3:34 de la mañana y habíamos llegado a su apartamento hace horas. Pero al parecer, ninguno de los dos tenía planes de irse a dormir.

No quería sonar cliché, pero tener su rostro cerca mientras hablábamos de nosotros, sus ojos marrones fijos en mí y poder besar sus labios cuando quisiera, nublaba mi juicio con ideas pecaminosas.

Me sentía como una adolescente que coincidía con el chico que le gustaba de su clase y en ese momento no importaba otra cosa que no fuese eso.

"Sí, cómo olvidarlo," respondió. "Un festival de música y un amigo en común."

"¿Qué pensaste sobre mí la primera vez que me viste?"

"Cuando Sebastián nos presentó y dijo tu nombre, recordé todas las fotos de periódicos y revistas en las que sales con tu familia viéndote elegante y tranquila, de esas niñas que no rompen un plato y pensé en lo diferente que eras en persona: un desastre hiperactivo a punto de estallar," dijo Ian, burlón.

"¡¿Qué te pasa?!" agarré la almohada en la que estaba apoyada y se la tiré. Él reía a carcajadas.

"Ya, no más. Ven," dijo agarrando la almohada y poniéndola de nuevo en mi lado. Me miró y le dio dos palmadas a su pecho para que me recostara en él. Eso hice.

"En realidad pensé que eras hermosa. Dios, eras muchísimo más hermosa en persona. Disimulaba el no mirarte tanto," admitió. Alcé mi cabeza, sonreí y le di un beso en la boca.

Volví a recostarme en su pecho.

"Siempre me gustaste, Abbie. Pero sabía que no era recíproco y aunque doliera, era algo que tenía que respetar. Hay que respetar que no te quieran como quieres que te quieran."

"¿Por qué nunca me dijiste nada?"

"¿Crees que era buena idea decirle a la chica que te decía constantemente que te consideraba un hermano, que te gustaba?"

"Hmmm, aunque suene loco, sí. Nunca sentí gustarte, por eso nunca pasó por mi cabeza. Si me lo hubieses dicho, estoy segura de que los sentimientos hubiesen salido. No sé, es que antes no me daba cuenta de nada de lo que tenía enfrente. No me fijaba en nada."

"¿Y qué cambió?"

"Todo cambió, Ian. Mi vida cambió tanto que ahora no puedo dejar de darme cuenta de todo lo que tengo enfrente," respondí. "Me gustas mucho, Ian y lo siento por no haberme dado cuenta antes."

"Las cosas se dan cuando se tienen que dar, no tienes que pedir perdón. Estás aquí, conmigo, y tenemos demasiado tiempo," dijo, mientras sobaba mi cabello y pasaba sus dedos por mi cara.

Mi mente se llenó, inevitablemente, del último momento que compartí con Zev, en el que me dijo que tenía todo el tiempo del mundo para conocerlo. Me envolví en un manto de recuerdos.

Me maldije a mí misma por estar recordándolo mientras estaba con Ian, un chico que no merecía ser comparado con Zev.

Tenía más que claro que había cosas que no había sanado. Si mi mente evocaba esos recuerdos, es porque todavía dolían.

Zev arrebató la oportunidad de tener un cierre y eso me mataba.

"Ian, tengo que decirte algo."

"Dime."

"Me encanta esto, créeme, y no siento miedo por lo que pase de aquí en adelante. Pero, meses atrás, estuve con un chico que me dejó muy mal emocionalmente."

11:43 PMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora