Capítulo Treinta y Cinco

7K 730 386
                                    

Luego de largas horas de acomodación: mi habitación era irreconocible.

Había rodado mi escritorio, mi estante de libros, mi maquillaje y mis accesorios que no tenían un puesto fijo, hacia la pared en la que estaba mi nombre, amontonando todo sin orden alguno.

Puse también a un lado los peluches que me regalaba mi padre cuando viajaba, todas las fotografías con mis amigos y las plantitas que me regalaba mi madre, allí.

Moví todo lo que indicara quién era de alguna manera. Nada de eso podía estar presente.

Encima de mi cama había lencería roja, negra, gris y blanca de encaje. Lencería que no había sido del todo barata y que no me permitiría almorzar en la universidad durante este mes.

Entré al baño de mi habitación y me miré al espejo, estando igual de irreconocible que mi habitación.

La peluca de cabello liso y largo de color negro que llevaba puesta era todo lo contrario a mi cabello corto, liso y rubio. Lo que necesitaba.

Duré dos horas trabajando en mi maquillaje. Mi cara estaba más blanca de lo usual por la base clara que había comprado y había pintado mis mejillas y la punta de mi nariz de rosa, haciéndome parecer como una muñeca.

Los párpados de mis ojos habían sido víctima de la sombra más oscura de mi paleta de sombras y me había hecho un delineado oscuro y recto que me hizo sentir orgullosa. Me puse pestañas postizas. Pinté mi boca con un labial rojo vivo.

Era simplemente irreconocible. El maquillaje cargadísimo me hacía ver al menos unos cinco años mayor. Me veía rebelde y atrevida. No parecía yo.

Me acerqué a mi cama y escogí un conjunto de encaje de color negro. Me vi en el largo espejo de mi habitación y... Dios.

Estaba más delgada por mis inútiles hábitos alimenticios patrocinados por mis emociones. Me tuve que apretar la parte de arriba de mi ropa interior porque por mí misma no lo rellenaba.

Dejé mis inseguridades a un lado y recordé mi objetivo, adentrándome a lo que iba a hacer.

Estaba incómoda y nerviosa. Puse mi celular sobre un trípode y al temporizador de la cámara, posicionándome delante de este.

Y empecé a posar de muchas maneras, sintiéndome incomodísima y fuera de mi zona de confort, pero intentando recordarme a mí misma que luego de esto obtendría tranquilidad.

Me cambié de lencería y ciertamente unas dejaban más cosas a la imaginación de otras. Cambié mis labios de color varias veces. Hice peinados con mi peluca. Me puse antifaces para disimular y agregar una pizca de cosplay al asunto. 

Todo lo hice para tener suficiente material para compartir y no tener que hacer todo este proceso de nuevo. Solo iba a hacerlo una vez y publicar con las fotos que había sacado hoy.

Así que era solo la lencería, una expresión seria y yo.

También me aseguré de que en todas las fotos no se me viera el reloj. Así que posaba poniendo mis manos o al menos una en mi peluca posando, o mis brazos detrás de mi espalda, pero siempre encontraba la manera de que no se viera.

Podía ser muchas cosas, pero no era tonta. Estaba siendo extremadamente cuidadosa. Tomaba las fotos incluso un poco alejada para que no pudieran detallar tanto mi cara.

Guardé todas las fotos en un archivo privado en mi computador y le puse doble contraseña.

Ingresé a la página mysecretpeers.com

Inicié sesión.

Cambié mi foto de perfil, escogiendo una de las fotos que acababa de hacerme para actualizar mi perfil vacío.

11:43 PMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora