Un murmullo desalentador llama desde el fondo de la habitación, no quieres hacer nada, pero lo escuchas y atiendes a su proclama. Solo tiene rabia, odio y desesperación. Sabes que es mejor no hacer caso, que es mejor llenar la sala con flores, pero se marchitan al entrar. Terminas entumecido, tumbado, mirando a la fuente del murmullo, ya no te hierve la sangre, la has cambiado por agua. No eres indiferente, solo estás cansado. Vivir es más fácil con los ojos cerrados. Otra vez igual que ayer, una rueda que nunca se detiene, el agotamiento eterno. Los engranajes de la habitación siempre hacen ruido y no te dejan dormir. El aislamiento, la condena, una tortura involuntaria de la que nadie cree participar, pero lo hace. ¿Desde cuándo el horror se convirtió en rutina? ¿Por qué esta triste roca no se detiene y se evapora para siempre? Esclavo de esclavos, tus cadenas se remontan al principio de los tiempos, una vida buscando la llave y suplicando por que alguien la encuentre, aunque solo tú tienes el mapa y nadie más puede leerlo. Reyes, dioses e imperios, nada es útil, nada es imperecedero, los llantos se van al espacio, y en el espacio nadie puede oírte gritar.
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Poemas y profecías
PuisiRecopilación de pequeñas obras, frutos de los delirios y desvaríos de una cabeza demente.