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Había muchas cosas en la vida que a Justin no le salían como quería, la mayoría de ellas; sus notas en la universidad, las partidas de su videojuego favorito, los retratos que hacía en su tiempo libre, el color del que alguna vez se teñía el cabello, sus relaciones con los demás... Si, esa última era la más jodida de todas. Sobre todo porque había sido la que lo había llevado a terminar desnudo, metido en la cama de la persona que se juró a sí mismo dejar atrás, gimiendo su nombre entrecortado mientras le pedía que fuera un poco más rápido y profundo.
Le hubiera encantado estar ebrio, hubiera amado poder librarse de su culpa y atribuírsela al alcohol, pero no podía mentirse a sí mismo. Sabía que no había tomado mucho más de la cuenta, que el haber caído otra vez no había sido nada más que una muestra de su debilidad, falta de carácter y amor propio.
Terminó sentado sobre el regazo del otro, sintiendo su piel pegajosa por el sudor y su rostro caliente por el sonrojo. Las manos en su cintura lo impulsaron a moverse de arriba a abajo, permitiéndose a sí mismo disfrutar de la sensación de ser llenado después de tanto tiempo.
Desde esa posición pudo empezar a marcar su propio ritmo, arqueando la espalda cuando aquel nudo de nervios era rozado y estimulado, mordiéndose los labios con fuerza para evitar ser tan ruidoso como quería serlo. Aún le quedaba un poco de dignidad.
Flaqueó cuando la mano del contrario se dirigió a su miembro erecto y necesitado de atención, haciéndole caer torpemente sobre las caderas ajenas y sostenerse colocando ambas manos en su pecho. Fue inevitable que ambos pares de ojos no se encontraran cuando Justin bajó la mirada, encontrándose con una escena que le removió el corazón en el pecho. Se detuvieron durante un momento, respirando agitadamente mientras se veían a los ojos.
Justin tragó saliva cuando una mano acunó una de sus mejillas, acariciando, para que después le sonriera de la manera más dulce posible. Lo tuvo sintiendo cosquilleos en su estómago que no tenían nada que ver con el estímulo sexual.
—Eres hermoso.
La voz de Adam fue suave y profunda, haciéndolo escucharse tan sincero que Justin se sonrojó todavía más, pensando en que no debía verse muy bien si tenía el cabello hecho un desastre y la cara tan roja como un tomate.
Decidió apartar la mirada, empezando a dar pequeños brincos de nuevo, buscando llevar su atención de nuevo a las sensaciones de su cuerpo y no las de su pobre alma enamorada y dolida.
—C-cállate, no es momento de d-decir esas cosas —logró decir entre tartamudeos.
Adam se rió suave, alejando las manos de su rostro y llevándolas hasta su cintura y muslos, acariciando tan suavemente que Justin estaba con los ojos llenos de lágrimas, no sólo porque estuviera a punto de venirse, sino también porque Adam lo estaba tratando y observando con tanto amor que su corazón estaba latiendo desbocado mientras recordaba los miles de momentos en el pasado que el pelirrojo lo hizo sentir de la misma manera.