Episodio 5.

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— Hola — saludó la mujer en la recepción, entrando en los cuarenta, lentes y flequillo corto, arreglando algunos papeles de encima del buró.

— Hola, déjeme hacerle una pregunta — se acercó un poco más, inclinándose sobre la mesa
— ¿El paciente Park Jimin cómo se encuentra? — preguntó, acomodando la gorra y mirar a su alrededor, como si le estuvieran velando.

— El joven Park ha salido del coma, aún no ha despertado pero sus signos vitales están normal — la información fue escueta y precisa, y Jungkook sabía que la mujer no le diría nada más.

— ¿Usted cree que podría entrar a verlo? — intentó, mordiendo su labio, nervioso.

La mujer lo miró de arriba abajo, sin una pizca de vergüenza y la mueca de desinterés en su rostro no hizo más que cabrearle.

— Lo siento, el joven tiene las visitas restringidas, sólo los familiares tienen la autorización para verlo — respondió, tomando asiento y teclear algo en la computadora enfrente suyo.

— Por favor, yo necesito verlo — pidió, acercándose más a la mujer, como si fuera un secreto y aquello empezaba a incomodarla.

— Joven, lo siento mucho, pero tengo mucho trabajo que hacer — le dijo sin mirarlo — Debe tener la autorización de la familia si quiere entrar — se giró, recogiendo algunos papeles esparcidos por ese lado de la mesa.

— ¡Oh, señorita por favor...! — ambos, Jeon y la mujer se giraron a ver al hombre que corría desde la entrada, con una joven inconsciente en sus brazos — ¡Ayuda, por favor, mi hija se ha intentado suicidar...! — lloraba el tipo, todos los que pasaban por ahí le miraban con algo de lástima y preocupación.

La fémina, encargada de la recepción corrió a ayudarle, indicándole a pasos apresurados donde la consulta con el médico de guardia.

Jungkook la vio doblar por un pasillo, en compañía del hombre aquel, y viendo a los alrededores como todos andaba en su propio mundo, corrió hacia los elevadores enfrente, metiéndose rápidamente en uno y echar a andar.

Cuando las puertas metálicas se abrieron, salió como alma que llevaba el diablo, y realmente se maldijo cuando se vio en medio de un largo pasillo blanco y silencioso.

Vio las paredes claras, sin alguna mancha, y las puertas de las habitaciones por cada tramo, frente a otras también.

Silbó a la par que quitaba la gorra y comenzaba a caminar por ahí, viendo el interior de cada cuarto en el área de Terapia Intermedia, con el presentimiento azotándolo de que pronto vería al chico.

Luego de cuatro puertas, donde gracias a Dios nadie le había visto y reñido por estar en un lugar que era prohibido para las personas de la calle, lo encontró.

Diferente al algunos y parecido a otro que había visto, el chico yacía en aquella cama como si fuese un maldito ángel, uno que a pesar de estar conectado a un par de cables en una brazo, que monitorizaban sus signos vitales, y en la otra mano, un catéter sellado para mantenerlo hidratado a través de un suero a medias, seguía viéndose igual se bonito y sublime.

Jungkook lo vio en lo que cerraba la puerta y se adentraba por completo en la habitación.

Se acercó, de repente con el corazón desbocado y las manos presionando la gorra entre sus dedos, como si tuviera miedo de ver cuánto le temblaban. Mordió su labio al momento de llegar hasta el, a un lado de la camilla, y ver que tan vulnerable parecía allí.

Lost {KM}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora