La adrenalina le recorrió la espina dorsal, a falta de dopamina natural, alguna medicina adicional, Arconte Anarquista bajo un rosal, preparado para todo, menos escapar.
Del otro lado, mirando su objetivo resguardar, fiarse de la noche y esperar, el momento apropiado para conversar, Hanimiau se acomoda en el desván, y comienza a murmurar.
- La herejía es despreció por tu propia fe, y como herejes nos hallamos aquí, ambos mostrando la cobardía como respeto por el otro.
Arconte sonrió con su pico grasiento y abollado –Alguien como tu – Pauso dramáticamente mientras salía de su escondite - ¿Es capaz de comprender el miedo?
-¿Como yo?-contesto con una sonrisa seca y sarcastica- ¿A qué te refieres? – Hanimiau relamió sus bigotes y enfoco su mirada que atravesó en la oscuridad, hasta ver al ave que yacía enfrente. – Si eres tú el único fenómeno con los sesos – carraspeo para escupir una bola de pelo –más valientes que su cuerpo.
Arconte rio notoriamente.
- Y tu, una burla a tus antecesores, quienes se decían cazadores. –
- Y tu, un pollo escuálido, tonto y pálido.
-Y tu una bola de pelo, que escupe mas pelo.
Ambos rieron, quizá victimas de su propia estupidez.
-¿Te quedaras ahí? – Pregunto Hanimiau.- Siempre puedes pasar a fumar un poco de lo que sea.
-Por supuesto, solo temo que puedas engullirme como a tu último invitado.
-El bocado, no es nunca un amigo.
-Pero tú y yo tampoco, sabes a que he venido.
Arconte extendió su mano en señal de espera, y Hanimiau lo miro con sigilo, con una de sus manos tomo una pequeña bolsa transparente, que se escondía en su pantalón y la enseño, no queriendo entregarla.
Arconte la arrebato rápidamente, abrió el empaque y lo vacio en sus dedos, un liquido espeso e incoloro comenzó a escurrir de la bolsa a su mano, aun más veloz inhalo el liquido en cuanto resbalo a sus plumas
-La adicción acabara por comerte la mente.-Dijo Hanimiau - Te acalambra hasta los dientes, peor es que no lo notes, en cuento te acoples, tu alma se ira con desdén, te someterá con reproche, y luego comenzara a doler, con derroche empezarás a caer, como aquel que se llamo Lucifer.
- Mi único vicio es un sucio vacío de ocio donde odio a dios y amo mis demonios, no soy más que un burdo sonido agónico, de plegaras escritas durante noches de agobió.- Arconte al fin enloqueció producto de la sustancia -Miento si digo que abro grietas sin contorno, pero recuerda que mas profunda es la herida del clérigo, por lo corrupto de su mensaje.- Y callo de rodillas, mientras con una sonrisa recitaba, cosas sin sentido - Ahora bien, sin que seas estorbo ni que sea por morbo, abrir las puertas del infierno y dormir plácidamente, como si el efecto del fármaco, aliviara el corazón envenenado.- se retorcía con placer, o al menos, eso parecía.
Hanimiau aun lo miraba desde arriba, detestaba a los ebrios, aborrecía a aquellos que perdían su razón y conciencia, pues pronunciaban las cosas mas incoherentes, sin embargo, para el era un deleite, escucharlas del pajarraco que yacía enfrente.
Aquella droga, bautizada aun sin nombre, provocaba en quien la ingiriera, espamos orgasmicos y psicosis, los supuestos bendecidos de obtenerla, presumían de presuntas revelaciones obtenidas, Arconte era la excepción.
-Es en principio –Siguió diciendo Arconte - mas la adrenalina recorriendo la espina dorsal, que la dopamina artificial, pero cuando te empieza atravesar, mas fácil te es aliviar, uno –comenzó a enumerar -Los calambres producidos por el duelo. Dos. La garganta cerrada por el miedo. Tres. Mirada que vierte desenfreno. Cuatro. Sueños aplacados sin revuelo. Cinco. Llanto consumido sin consuelo. Seis. Sonrisas producidas tras un celo. Y los que nos quedamos sin tiempo.
Arconte tenia los orgasmos, pero el no llamaría revelaciones a lo que veía, por que no veía nada, nadie hablaba por el, pero el tampoco decía ninguna de esas palabras, su mente divagaba, mientras, su alma descansaba, todo lo que sentía era placer, y no se percataba de lo que pasaba, o pensaba, menos aun de lo decía.
YOU ARE READING
Bizarras desventuras de los malvivientes.
Ficción GeneralIncomprendidos, por nadie reprimidos. Insulsos, para la vida son un insulto. Hilarantes, ¿A quien semejantes? Conoce y disfruta, de Hanimiau y Arconte, cuidado con sus cuentos, que no te sofoquen, de ellos, mejor gana un enfoque, déjate engatusar...