Capítulo 4✔

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Era la quinta noche seguida que su esposa llegaba tarde. Se había vuelto una costumbre que luego de que el llegara de trabajar se vistiera de esa forma provocadora y sexy, se vestía delante de él como si quisiera mostrarle lo bien formada que estaba o lo increíblemente caliente que lo podía poner, solo viéndola ponerse una medias de seda. Desde que se había cancelado su encuentro con Valeria hace cinco días, no la había visto más y es que no se le antojaba estar con nadie que no fuera su esposa. Cada vez que cerraba los ojos podía imaginarla desnuda, debajo de su cuerpo, jadeando por aire, pidiéndole más, esa imagen hacia que su entrepierna doliera, poniéndose más dura que nunca. Christopher no podía sacarse de la cabeza a su esposa.

Había procurado llegar más temprano a casa con alguna vaga escusa, pero siempre pasaba lo mismo, ahora ya no preparaba la cena, solo le repetía las mismas palabras "Pide algo para cenar" no tenía ni idea de cuántas veces él le había dicho esas mismas palabras a Alice. Se dio cuenta de que luego de tres veces esas palabras comenzaban a sonar diferente y se sentían diferente.

Christopher se quitó el saco y corbata de camino a la habitación, pensaba invitarla a cenar y que así pudieran pasar tiempo juntos. Todo lo que él pensaba decirle murió en su boca. Alice estaba de espaldas a él y perfectamente arreglada, pero eso no evitó la erección que se formaba en sus pantalones cuando la veía vestirse delante de él. Ella estaba increíblemente caliente con esa ropa, no pudo evitar que sus ojos la miraran completa, desde los pies hasta las rodillas envueltas en unas botas de cuero blanco con tacón aguja, hasta la piernas medio cubiertas por una diminuta falda, hasta la espalda totalmente descubierta por esa seductora blusa negra y terminando por su cabello totalmente liso y libre.

Alice giró dejándole ver que el escote en su espalda no era el único, había un espacio en blanco que dejaba ver la piel entre sus pechos y además, por lo que pudo ver, no llevaba sosten. Estaba hablándole, talvez la misma excusa de todas las noches, que pidiera algo para comer y que no la espere porque llegaría muy tarde.

Christopher muy frustrado e irritado porque su mujer había salido de nuevo y él se había quedado como un idiota, mirándola y sin decir nada, tomó su teléfono y le marcó a Valeria. Si su esposa podía salir y llegar tarde, él también podía hacerlo.

Una hora más tarde tocaba la puerta del apartamento de su rubia colega. Nunca antes había estado allí, ya que le parecía demasiado íntimo y lo que compartía con ella solo era sexo, nada importante y sin compromisos. Pero ella lo invitó a cenar y no pudo negarse, Valeria abrió la puerta con un vestido formal rojo, era profesional, pero de alguna manera se encargaba de mostrarse cautivadora.

-Pasa, la comida está casi lista -Christopher dio un paso dentro del departamento y en cuanto dijo su atención en el vestíbulo, supo que era un error haber ido. Habían fotos familiares y de Valeria por todas partes, llegaron a la sala y lo recibió un ambiente acogedor y cálido. Eso no era lo que él buscaba, Chris no quería eso con Valeria, él quería pasión y sexo, de modo que cuando se dio la vuelta y la vio tan cerca la tomó entre sus brazos y la besó. El beso era brusco y demandante, pero ella jamás se le resistió, por el contrario, le devolvió todo lo que él le daba.

La empujó hacia el sofá y se acostó apoyando todo su cuerpo sobre ella. Valeria no perdió el tiempo y comenzó a deslizarle el saco que traía. Cuando el saco terminó en el piso, Chris la hizo sentarse para quitarle su vestido, que cayó junto con el sostén al piso, se detuvo un instante a admirarla y todo el fuego que recorría su cuerpo se apagó inmediatamente. Sus pecho eran grandes y generosos, había pasado horas jugando divertido con ellos, pero ahora que los veía, le parecían simples, solo un par de pechos, en una mujer, que no era su esposa.

Y cuando la imagen de Alice pasó por su mente, se dio cuenta de que ya no quería estar con Valeria, que ya no le interesaba.

-¿Te pasa algo malo Chris? -Él levantó la cabeza y vio a Valeria a los ojos, eran verde esmeralda y no los marrones que observó por estos últimos tres años. La extraña punzada que sintió en el pecho, lo hizo saltar del sofá.

-No, lo siento. Olvide que tenía que hacer algo. Tengo que irme -Mientras recogía su saco del piso, se dio cuenta de que lo que había dicho había sonado a excusa y mentira barata, pero la verdad no quería estar más ahí. Salió por la puerta dejando a la rubia en topless mirándolo desconcertada, seguro pensaba que era un loco, lo que era probable, ya que había dejado a una mujer hermosa medio desnuda y totalmente dispuesta, sola.

Comenzó a conducir sin rumbo. La extraña forma en que su cuerpo se había apagado con Valeria y el hecho de que su esposa no estuviera en casa, lo llevarían a un bar afuera de la ciudad. El no bebía y ciertamente no le gustaba, pero mucha veces sus compañeros de trabajo le dijeron que el alcohol ayudaba a aliviar las penas y en ese momento lo que más quería era olvidar, porque no entendía nada y el sentimiento no era agradable.



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Aquí otro capítulo, disfrútenlo
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Un Marido Infiel (Christopher Velez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora