Capítulo 7⚠️

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⚠️Este capítulo contiene algunas escenas subidas de tono⚠️

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Christopher sabía que tenía que decir algo esa noche, pero con esos labios, suaves y dulces, contra los suyo era imposible concentrarse. Parecía como si llevara meses sin sentir cerca un cuerpo femenino. Cuando la imagen de Valeria apareció en su mente, desmintiendo lo anterior, se apartó bruscamente de su esposa.

Los grandes ojos de Alice lo observaban entre confusos y apasionados. A través de la oscuridad, Christopher pudo ver en el fondo de aquellos ojos marrones. Ella dio un paso atrás como si dudara como si dudara de lo que debería hacer a continuación y eso le destruyó un poco más por dentro. Era su esposa no tenía que dudar ¿En qué clase de marido de puta se había convertido, para que ella dudara en acercarse a él?

Olvidándo que aún no hablaba con ella, ni le había contado la verdad tampoco, él tomó su rostro entre las manos y la besó, suave y dulce. Esa noche no habría más palabras que las que él le dijera para hacerla sentir amada. Esa noche él le haría el amor, lenta y dulcemente, para hacerle olvidar, todos esos meses de porquería que pasaron lejos.

Sintiendo todo el cuerpo de su esposa apretado contra el suyo, Christopher tomó camino a las escaleras. No iba a amar a su mujer en el sofá, lo haría en su cama. Teniendo cuidado de no caer mientras subían besándose, Alice le quitó la chaqueta, que cayó al piso. Cuando tropezaron, llegando al final, terminaron sentados en el último escalón, Alice aprovechó para sacarle la camisa de los pantalones y desabotonarla. Ella aprovechó para acariciar su pecho desnudo con los nudillos luego de quitar cada botón, y cuando su esposa le arrancó los dos últimos y pasó su manos lentamente por todo su abdomen, el decidió que era hora de seguir subiendo.

Parecía que la borrachera se le había pasado, porque cuando su puso de pie y la tomo en brazos, todo rápido y eficiente. Alice acercó la boca a su cuello y lamió con la punta de su lengua, el punto donde se podía sentir el pulso de Christopher. El alcohol en sus venas fue reemplazado por lava, cruda y ardiente en su interior. Se quemaba y planeaba que ella también lo hiciera con él.

Sin darle tiempo a nada, la lanzó sobre la cama y posicionó su cuerpo sobre el de ella, iba a darle todo el placer que pudiera, antes de obtener el suyo. Comenzó besando su cuello, su piel era suave y olía a vainilla y galletas, era una extraña combinación de olores, teniendo en cuenta que con esa ropa, lo más seguro era que estuviera en un bar o con un hombre. Alejo esa idea antes de que se desarrollara, esa noche eran solo ellos dos, los demás quedaban fuera. Fue bajando con sus labios, siguiendo el escote que llegaba hasta su ombligo, con la punta de la lengua realizó el camino de vuelta, ella arqueó todo su cuerpo, saber que podía ponerla así, era toda la estimulación que necesitaba.

Subió a sus labios y la besó ardientemente, mientras sus manos le sacaban la blusa y la falda, fuera de su cuerpo. Miró como sus pechos subían y bajaban oscilantes por su respiración agitada y el como su cuerpo yacía esperando por él. Se sacó la camisa y cinturón, el pantalón debía esperar, aún no podía sacárselo, si lo hacía no iba a perder tiempo y se hundiría en ella tan pronto como tuviera oportunidad y eso debía suceder. Tomo los pezones en sus manos, los retorció y pellizcó, torturandolos y torturando a Alice.

-Chris.. Christopher -Era un regaño y una súplica. Bajo su boca hasta su pecho y calmo sus ansias, con sus labios. Ella arqueó la espalda empujando así su pecho más hondo entre su boca, luego él decidió prestarle la misma atención al otro. Su mano bajo por su estómago y comenzó a tomar rumbo al centro de su placer. Cuando lo sintió allí, Alice lanzó un exclamación ahogada. Christopher la conocía y en cuestión de segundos, la tuvo retorciéndose bajo su cuerpo. La acaricio, moviendo su pulgar en círculos justo en su punto sensible. Abandonó sus pechos y subió a sus labios para susurrarle al oído.

-Vamos cariño -Su voz ronca, se oía de otro mundo. Siguió animando la hasta que lo sintió. Estaba a punto de correrse -Te amo -Grito Alice y levantó su pelvis. Todo su cuerpo estaba arqueado contra el. Luego se dejó caer en la cama y después de unos segundos abrió los ojos. Christopher sonrió y le dio un ligero beso en los labios. Esos enormes y preciosos ojos marrones le devolvieron la mirada -¿Lista para la siguiente? -Y sin darle tiempo a responder, se alejó cuando las manos en ella lo tocaron, aún no, todavía tenía mucho por besar y acariciar.

Tomo un tobillo entre sus manos, paso sus labios por allí, hasta llegar a su entrepierna, se detuvo sin tocarla y luego repitió el proceso con la otra pierna. Ella se retorcía y gritaba, pero no importaba cuánto lo hiciera, lo iba a hacer despacio. Cuando llegó su feminidad, apretó sus labios contra ella y escuchó gritar. Lamió y besó, hasta que supo que Alice apenas podía respirar, luego la llevó tan alto, que el grito de placer que de placer que desgarró la garganta de ella, se escuchó por toda la ciudad.

Mientras ella se recuperaba de los temblores que sacudían a su cuerpo por el orgasmo, Christopher se quitó los pantalones y la ropa interior. Si no estaba dentro de ella ahora, explotaría. Se acercó a su cuerpo y con los ojos conectados a los suyos, comenzó a deslizarse en su interior. Alice retorció las caderas y Christopher la sujetó -Despacio, cuanto más lento mucho mejor -La respuesta de ella fue un gruñido, que terminó en un gemido de placer, cuando el se enterró hasta el fondo. Christopher tomó las manos de ella con las suyas y entrelazo sus dedos, levantó los brazos poniéndolos junto a su cabeza.

Se detuvo un momento para respirar y la miró a la cara. Sus ojos estaban cerrados y su boca entreabierta. Cuando ella sintió que él se detenía, abrió los ojos y lo encontró observándola. Christopher bajo su cara y beso sus mejillas su frente y su nariz, luego miro sus ojos fijos en los suyos -Te amo -La beso en la boca lenta y dulcemente, mientras comenzaba a moverse en su interior.

Sintió la forma en cómo ella se apretaba a su alrededor, con brazos y piernas, como su interior lo ceñía y abrazaba, el calor y la suavidad de su cuerpo lo acompañaba a cada segundo. Ella comenzó a jadear y su respiración se hizo más rápido y agitada. Estaba llegando de nuevo. Ella jadeó y lo estrujó en su interior, su cuerpo entero tembló y lanzó un grito ahogado. Él se dejó llevar y abandonó el placer junto a ella.

Una vez que los espasmos lo abandonaron, ladeó un poco su cuerpo, sin separarse mucho de ella y enterró la cara en su cuello. Esa noche permanecería así. Estiró una mano para alcanzar una de las cobijas que estaban caídas y los arropó a los dos. Respiro hondo y cerró los ojos. Por fin había vuelto a casa.

Un Marido Infiel (Christopher Velez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora