04: Bésame

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Nos separamos y él se baja de la camilla.

— Pase —dije y la puerta se abre. Junho aparece con una sonrisa.

— ¿Ya han acabado?

— Sí —contesta Hyunjin de repente antes de que yo pudiera decir algo. Recoge sus papeles y se cuelga su cámara al cuello—. Muchas gracias, Minho.

Ni siquiera me mira a los ojos. Ni una sonrisa. Nada.

— ¿Qué le has hecho al pobre? Salió como un rayo de aquí —me dice Junho.

No le hice nada. Tal vez pretendí que no era mi cuñado, que no me iba a casar y que inevitablemente él se dejó llevar.

Días después, yo leo el periódico en la sala. No hay nadie en la casa mas que yo. Yeji y Hyunjin han ido de compras. Camino descalzo por la casa. Llego a la habitación de Hyunjin, pongo la mano en la manija y dudo.

Siento una curiosidad extrema.

La manija cede y gira en mi mano.

Suspiro.

Abro.

Apenas y pongo un pie dentro el olor a fresas es perceptible. Jamás he entrado a la habitación de Hyunjin. Tiene los mismos colores en las paredes y el mismo piso que toda la casa pero se ve diferente. Su cama tiene varios peluches encima. Su tocador tiene en su mayoría accesorios, como collares o anillos. En una esquina se encuentra todo su material de fotografía. Está su cámara y varios documentos que parecen de su trabajo.

En una pared tiene muchas fotos pegadas. Son fotos de sus amigos en Londres, de su universidad, de sus padres, de pizzas que se ven deliciosas... Tenía una infinidad de fotos. Hay fotos de él que notoriamente había tomado otra persona. Sale sonriendo, haciendo pucheros o simplemente con su cabello al viento.

Diablos... Hyunjin es precioso.

Las veo todas con admiración hasta que me reconozco en una de ellas. Soy yo. Traigo la bata del trabajo puesta por lo que deduzco que fue tomada el día de las fotos para la campaña de publicidad. Mi mirada era feliz. Y mi sonrisa amplia. Mi cara estaba muy cerca de la lente. Debajo de la foto hay unos signos de interrogación.

¿Qué demonios significa?

— ¿Qué haces en mi habitación? —pregunta Hyunjin en el umbral de la puerta. Me sobresalto y lo miro espantado.

Carajo.

— Y-yo estaba... Q-quiero decir que... —estoy demasiado nervioso. No puedo formular ni siquiera una oración. Él sigue serio y se acerca a mí.

— Yeji está tomando una ducha —dice. Se para de puntillas y me da un suave beso en la mejilla. Me sonríe y vuelve a darme un beso en la otra mejilla. Luego en la frente y al final, cuando está a punto de acercarse a mis labios sólo se aparta—. No podemos dejar que esto se convierta en más, Minho. Nunca. ¿Está bien? —me dice con seriedad y dolor. Veo sus labios y deseo besarlo. Lo quiero más que nada.

De repente el rostro de Yeji aparece en mi mente y me aparto con una punzada invadiendo mi estómago.

¿Es de tristeza o de culpa?

— Está bien.

Me voy sin decir más. Me ha quedado claro.

En la noche, cuando Yeji está dormida junto a mí solo puedo pensar en Hyunjin. En sus labios y en lo profundo que se ha metido bajo mi piel. Lo dejaré todo. Olvidaré esto que siento. Pero tengo que besarlo.

Sólo una vez.

Me levanto con cuidado y salgo sin despertar a Yeji. Toco la puerta de la habitación de Hyunjin y él sale rápidamente, como si tampoco hubiera podido dormir. Entro a su habitación y no lo pienso. Lo tomo de las mejillas y lo acerco a mí.

— No sé qué es lo que siento, sólo sé que quiero estár a tu lado... Sin embargo, tienes razón. No podemos dejarlo pasar a más, si se convierte en amor será demasiado tarde.

— Minho, yo...

— No digas nada —le interrumpo. Tomo su cintura entre mis manos y lo acerco a mí. Disfruto de su proximidad durante unos segundos. Él enreda sus brazos en mi cuello.

— Bésame —pide él.

Nuestros labios se juntan. Colisionan. Se mueven salvajemente, desesperados. Muerdo su labio inferior y se acerca más a mí. Durante minutos apenas se puede distinguir a quién pertenecen los labios. Mi respiración es agitada. Revuelvo las manos en su cabello y él hace lo mismo. Siento que nos recorre una corriente eléctrica. Exploro su boca. Él muerde mi labio inferior cuando lo aprieto un poco más contra mí.

Empiezo a reírme sobre sus labios. Nuestras respiraciones se calman poco a poco y nos separamos. Estoy consciente que no podemos seguir.

— No lo olvides —me dice antes de rozar mis labios con los suyos.

Me separo y salgo de su habitación hacia donde duerme su hermana.

La punzada está ahí de nuevo.

Pero a pesar de todo, cuando me meto entre las cobijas sólo huelo fresas.

Prohibido 𖤘 HyunhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora