Y te das cuenta de que llegaste a ese punto de tu vida en el que te encontras una mañana en uno de los tantos desayunos, sentado solo en la mesa dónde solían sentarse con vos mamá y papá, te servian leche tibia, siempre con galletas y de postre papá sacaba unos caramelos de su bolsillo que en ese entonces no entendía cómo es que siempre los tenía, siempre al terminar el desayuno papá marchaba a su trabajo y mamá a hacer las compras para el día.
Si miras a tu alrededor ahora, papá ya no tiene caramelos en su bolsillo, mamá está cansada de hacer las compras y la leche tibia se convirtio en un triste té amargo, que por más que le pongas un poco más de azúcar sigue sabiendo amargo... Sigue sabiendo a realidad.