Trece.

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Entonces repentinamente te besé. Tus labios eran cálidos y suaves. Estaba sorprendido, con los ojos abiertos mirando los tuyos cerrados. Por instinto me besaste de regreso, de la manera más inocente que alguien me haya besado antes.

Era tu primer beso.

Cuando nos separamos, vi tu rostro enrojecido y tus ojos llameantes haciendo que sintiera una calidez en mi pecho.

— Me gustas. — Dije y ese día no mentía. 

Nunca te améDonde viven las historias. Descúbrelo ahora