Noventa y cuatro.

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Emily también es igual que tú. Sus alas la rompían cada vez que intentaba volar, e iba dejando un pedacito de su corazón en cada vuelo que emprendía. Hoy está en mis manos y no le queda nada. No tengo un corazón que romper, tengo uno que curar.

Nunca te améDonde viven las historias. Descúbrelo ahora