Capitulo 1. CERRANDO LOS OJOS

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Draco Malfoy temblaba. Tenía a su merced a aquella bruja, teniéndola atrapada entre la pared y sus brazos. Cuando acercó su rostro al de ella. pudo percibir que temblaba tanto como él.

Rozó sus labios con los suyos. En su interior tenía miedo de ser rechazado pero no fue así. Poco a poco el beso fue intensificándose y en su interior ardía de ganas por ir más rápido y más allá. Sin embargo, a su vez quería ir tan lento como se pudiera, ya que quería saborear sus labios y disfrutar de su cálido cuerpo pegado a él .
Sus manos se despegaron de la pared y fueron deslizándose desde los hombros hasta su fina cintura.

La abrazó de forma cariñosa, sin que ella opusiera resistencia.
Una sensación comenzó a surgir desde la boca de su estómago al pecho. No era capricho, era algo más. Un sentimiento desconocido y abrumador pero muy escondido en las fibras más profundas de su ser. No tenía permitido surgir, no de ese modo en el que él se encontraba vulnerable, en el que estaría completamente perdido de dejarlo suelto.

Ya que en realidad ella no había sido la atrapada sino él.

De nuevo se sintió esa calidez en el pecho, quería llorar, reír y seguir besando a la pequeña adolescente que tenía entre sus brazos. Era una sensación tan nueva que casi podía volverse loco. De pronto, se detuvo.

Separó sus labios y la miró a los ojos.

"Hermione" fue lo que pronunció.

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Draco se levantó de la cama abriendo los ojos con espanto. Al momento en que él despertó casi pudo escuchar ese nombre prohibido salir de su boca. Lo había dicho en voz alta y eso era inaudito. Tenía la respiración agitada y una mueca de disgusto.

Estaba besando a la que él, por muchos años, llamó la sangre sucia Granger. Que era lo mismo que besar a un elfo doméstico. Era la cosa más detestable que se le podía ocurrir.

-¡Que mierda te pasa Malfoy!- exclamó e hizo a un lado sus sabanas.

Todavía se sentía confundido. Jamás había tenido un sueño parecido y esperaba que fuera la única vez. No comprendía porque lo había tenido y se sentía aliviado que sus compañeros de habitación no se hubieran enterado, ya que normalmente ocupaba un hechizo bloqueador para no tener que oír los ronquidos de Crabbe.

Miró su reloj y se dio cuenta que era demasiado temprano pero no lo suficiente para volver a dormir.

Ya no iba a volver a dormir, así que con cierto cansancio decidió salir de la cama y enfrentarse a su día.

Cuando llegó al Gran Comedor se dio cuenta que efectivamente era muy temprano, sobre todo por ser domingo. Había pocos alumnos desayunando y la mayoría eran, para él, los retardados de Hogwarts.

En la mesa de Slytherin solo había unos cuantos. La mayoría saludó a Malfoy con temor y después lo ignoraron. Malfoy no solía ser amistoso con los que no eran de su círculo de amigos.

Miró hacia la mesa de Gryffindor y su teoría sobre los retardados se comprobaba pues la mayoría pertenecían al club de los "imbéciles de herbología y criaturas mágicas" o algo así. También algunos Ravenclaw de primer año que se la pasaban respondiéndose acertijos unos con otros como bobos.

De pronto su mirada se posó en un lugar, que por el momento estaba vacío, era el de Hermione Granger. Su recuerdo hizo que la mueca de disgusto volviera a aparecer.

Ahora que estaba despabilado entendía porque había soñado con Granger.

Desde que había regresado para su sexto curso, su vida había cambiado. Ya no iba a ser el Draco Malfoy despreocupado, ahora tenía una tarea que le pesaba todos los días y que tenía que cumplir pues la vida de sus padres y la de él estaban en juego. Su padre había sido atrapado por el Ministerio. Estaba encarcelado en Azkaban y en ese momento el Señor Oscuro decidió que él se volvería mortífago, obviamente más como un castigo que como honor.

Petreus CordisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora