Capítulo 34

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CAPÍTULO 34

—Yo debería llevarla al colegio, Victoria. Tú hace días que estás enferma y nomás no quieres parar, mujer. Me vas a hacer enojar —le reprendió Lottie por enésima vez en toda la mañana, justo después de verla descargar su estómago una segunda vez en lo que iba del día.

Emiliana hoy regresaba al internado y quería ser ella quien la llevase, porque había que despedirse de ella. Apenas podía consigo misma y no quería parar de hacer nada. La pobre ni comía y, para colmo, lo poco que se llevaba a la boca, lo desechada. Se había privado del alimento por pensar en él, no porque no quisiera comer, sino porque en su mente estaba cada recuerdo, cada beso, cada caricia, todo. No podía olvidarlo, ¿de qué iba a negarlo? Lo amaba demasiado. Pero, así como pensaba en él también dudaba de si él lo hacía, ¿pensará en ella o siquiera en todo lo que pasó?

—No, Charlotte, debo ser yo. Además, quiero despedirme de mi niña antes de que entre. —Le negó con la cabeza y miró a Emiliana, esta le sonrió de lado. Victoria se le acercó y besó su frente—. Mi niña, sé que quieres ir a la preparatoria esa y prometo que irás, juntaré el dinero, lo prometo. Pero tienes que seguir estudiando, quiero que seas alguien, y por el momento, el internado... Bueno, solo no permitas que te hagan daño y te quedes callada, dímelo y juntas hallaremos la solución. Ya lo verás.

Pero ese no era su problema. Ella sí, quería ir a otra escuela, no pasarse los días encerrada en aquel lugar, porque en realidad quería tener la tarde libre, quería salir a pasear, pero, principalmente, para su desgracia, quería pasarla en familia, con Harold, porque, aunque no lo admitiera, lo extrañaba, lo hacía a diario. Él fue muy bueno el tiempo que ella creía que era su padre. En definitiva, había actuado perfectamente y le había hecho creer que esas cartas eran ciertas. Qué ingenua había sido, pensaba, qué tristeza sentía en el pecho. Y, sin embargo, en el fondo deseaba que ese hombre de verdad fuera su padre.

Victoria y Emiliana salieron de casa, se irían a pie, pues Victoria había vendido el auto un par de semanas atrás, ya que Elina no le permitió volver al trabajo, asegurando que ya no la necesitaba, a lo que incluso Lottie, del coraje, renunció. En fin, vender el auto le sirvió para mantenerse esas semanas y aún le quedaba para un par más. Víctor y Francisca le ofrecieron ayuda, mas ella les negó y les dijo que para ella era suficiente el poder estar con ellos. Aunque, no obstante, al final les pidió como favor que la ayudasen a pagar un psicólogo, con el cual había tenido ya dos sesiones en donde le hizo saber su trauma. Anhelaba tanto dejar de temerle a todo ahora que Harold, su calma, ya no estaría con ella.

—Que tengas una buena semana, pequeña. Te veo el sábado —le dijo Victoria a Emiliana una vez que estaban paradas frente al portón del internado.

Emiliana suspiró sonoramente y le dijo sí. Aunque ella sabía que eso no sería así. Su semana sería un infierno como todas y cada una en los últimos diez años, mas trataría de soportarlo.

Otra manera de mirarte© [Miradas 1] Disponible en físicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora