⦁ 𝐿𝑎𝑠 𝐻𝑒𝑟𝑚𝑎𝑛𝑎𝑠 𝑃𝑒𝑛𝑑𝑟𝑎𝑔𝑜𝑛 ⦁

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🔸𝑹𝒆𝒔𝒊𝒅𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂𝒔 𝑷𝒆𝒏𝒅𝒓𝒂𝒈𝒐𝒏🔸

Los sirvientes de la mansión terminaban de llevar el equipaje de las señoritas Pendragon a la limusina. Estaban a punto de partir al aeropuerto, donde tendrían que soportar un muy largo viaje hasta Tokyo, Japón.

Una de las sirvientes cargaba con un paquete alargado del cual no se sabía el contenido, pero era pesado. Lo llevaba sin cuidado, tambaleándolo de un lado a otro con riesgo de caerse.

—¡Cuidado con mi espada! —Gritó una joven que corría apresurada hasta la sirvienta —Es un paquete delicado, si se daña tendré que vender mi alma para pagarle a mi padre.

—Disculpe, señorita Arturia, es que es muy pesado. —La podre sirvienta se disculpó con una reverencia. La joven ama comprendió la falta de su subordinada y cargó su paquete ella misma.

Ya todo estaba listo para la partida de las dos jóvenes herederas. Todos las extrañarían. No las verían hasta dentro de un año.

Pasados los minutos, salió  hasta la fachada de la mansión, Jeanne, la hermana mayor de Arturia. Cargaba su usual expresión de no importarle nada, a la que su linda hermanita había denominado, "cara de culo". Guardaba sus manos en los bolsillos de su abrigo negro y caminaba a paso de caracol con retraso.

—¡Vamos, Jeanne! Perderemos el vuelo. —Reclamó Arturia al ver la entusiasta actitud de la contraria.

—Tsk, cállate, molestia. —Devolvió con desagrado.

A pesar de ser hermanas, el contraste que había entre ambas jóvenes era muy grande. Eran completamente diferentes la una de la otra.

Por un lado, Arturia, que era la más joven, solía tener una actitud brillante y positiva, y quería mucho a su hermana, a pesar de que esta la tratara como basura. En cambio, Jeanne, era su polo opuesto; odiaba todo y a todos, nunca tenía motivación para nada, excepto que se tratase de una travesura que hiciese enojar a su padre, para eso tenía todos los ánimos del mundo. La única persona que le importaba en este mundo era su hermana Arturia, aunque no se lo demostrara muy seguido.

Incluso en la vestimenta que usaban podía notarse la gran diferencia. Jeanne solía vestir con ropas oscuras e incluso gótica, en cambio Arturia, usaba ropa simple pero simpática, con colores ni muy oscuros ni muy llamativos.

Todos los sirvientes salieron para despedirse de ambas chicas. También salió con ellos, el señor de la familia y el padre de Jeanne y Arturia, Sir Vlad Pendragon. Su mirada era fría y no reflejaba mucho dolor por la partida de sus hijas. Arturia se acercó a él y le dio un corto abrazo, ya que a su padre no le agradaba mucho el contacto físico.

—Espero que podamos volver pronto, padre. —Dijo en dulce tono, Arturia.

—En cuanto termine su castigo podrán volver. —Miró fijamente a Jeanne, quien lo veía una con una expresión de asco.

Ambas entraron en el vehículo y concluyeron las despedidas con los empleados de la casa.

—¿No te despedirás de tu padre, hija? —Se dirigió Vlad en tono de burla hacia Jeanne.

La albina lo miró con fastidio y se limitó a mostrarle el dedo medio de una linda manera. Las sirvientas rieron ligeramente ante este gesto, y Sir Vlad estaba a unos centímetros de explotar de furia.

Por fin, sus molestas hijas salieron de su vida, a partir de ahora podría descansar aunque sea por un año.

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—¡Esto es genial, Jeanne! —Decía Arturia, entusiasmada al ver todas las maravillas que ocultaba la cabina de pasajeros de primera clase

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—¡Esto es genial, Jeanne! —Decía Arturia, entusiasmada al ver todas las maravillas que ocultaba la cabina de pasajeros de primera clase. Desde portavasos, hasta peculiares compartimientos que no se sabe para qué rayos sirven —¿Por qué nunca antes nos habíamos subido a un avión?

—Porque Mr. Yuca no quería sacarnos a ninguna parte, ya que temía que arruináramos sus elegantes y burocráticas reuniones. —Chasqueó la lengua.

Mr. Yuca, así le decía la albina a su padre. El apodo nació de que, —ella nunca aceptaría llamarlo "Padre"— ya que Sir. Vlad era un hombre fornido que constantemente ejercitaba su cuerpo, a Jeanne le pareció ingenioso hacer referencia a su musculoso cuerpo llamándolo como a un tubérculo.

—Me emociona ver a nuestro tío nuevamente. —A Arturia le brillaban los ojos con solo pensar en la idea de volver a ver a su tío y primo, luego de casi 11 años sin verlos —Me pregunto que tan cambiado estará nuestro primo Arthur.

—Probablemente ya no sea virgen. —Dijo Jeanne con tono perverso.

—¿Es lo único que se te puede ocurrir?

—Sip. Aunque también se me ocurre que puede que la haya perdido con un tipo.

Arturia la miró horrorizada, ¿qué carajos estaba diciendo esta loca?

—¿Pero qué rayos dices? Mejor cállate, Jeanne. —Saber se sonrojó de solo pensar en la idea. Volteó la miarada y decidió congelar el tema.

—¿Eres homofóbica, Art? —Jeanne le dio pequeños y pícaros empujones con el hombro —Hablo en serio, según escuché de las sirvientas, los dos herederos de la familia Babylon estan para chuparse los dedos, no me extraña que el delicado de Arthur haya sucumbido ante los encantos masculinos.

—Mejor olvídalo, creo que voy a vomitar si sigues hablando.

Para desgracia de Arturia, su sádica y retorcida hermana continuó hablando de cosas muy desagradables para ella durante el resto del viaje.

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Guerra de Familias [Fate]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora