⦁ 𝐵𝑙𝑎𝑛𝑐𝑜 ⦁

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—Oye... —Jeanne jaló bruscamente a Arturia del brazo para poder hablarle más de cerca —Ese tipo de ahí ha estado mirándome desde hace rato —señaló con discreción a un hombre de cabellos blancos, ojos color miel muy brillantes y tez increíblemente pálida, que se encontraba sentado en una esquina de la gran mesa de comedor.

Arturia se quedó pensativa mientras examinaba con la mirada a aquel albino, luego notó que este realmente estaba mirando a su hermana con mucha intensidad.

—Pues... ¿Por qué no le hablas para saber qué quiere?

—¡Art! —Escupió la albina con una mueca de desagrado. Suspiró profundo y trató de calmarse internamente —Por cosas como esta es que no te digo nada. Mejor olvídalo.

—Si te molesta tanto deberías hablar con Arthur o Enkidu, tal vez ellos sepan quién es.

Justo en ese momento, Arthur iba pasando frente a ambas hermanas. Jeanne aprovechó la oportunidad y atrajo a su primo bruscamente hacia ellas.

—Oye oye —Se quejó el rubio.

—Lo lamento, princesa. Queríamos saber quién es ese tarado que está allá, el de que cabello blanco y sombrero ridículo —Habló Jeanne con voz dulzona, que hizo que el rubio la mirara con desagrado.

Arthur echó un vistazo disimuladamente y se sorprendió al ver de quién se trataba.

—¿Hablas de Dantés? —Preguntó con intriga.

Jeanne y Arturia se miraron confusas, ¿Se suponía que debieran conocerlo? En definitiva no era parte de la familia Babylon, seguramente algún invitado importante externo. Pero el caso era que aquel chico de mirada color miel no paraba de ver a la retraída Jeanne.

—¿Y quién es ese tal Dantés? ¿Una celebridad o algo así? —Cuestionó Jeanne, viendo a su misterioso espectador con desdén.

—Pues... Algo así —Comentó un poco pensativo Arthur. Luego, la expresión del rubio cambió, como si hubiese recordado algo y frunció el ceño —. Creo que es mejor que no se involucren con él. No es que sea la persona más correcta de este salón.

Arthur se alejó, continuando con su rutina en la reunión; saludar personas, presentar a sus primas, entre otros deberes.

Jeanne optó por ignorar a su misterioso espectador, sin embargo...

—Hola —saludó el albino secamente.

Ambas hermanas se quedaron atónitas, su acosador en un abrir y cerrar de ojos se había acercado a ellas sin siquiera darse cuenta.

—H-hola —trató de sonar natural una levemente asustada, Jeanne.

—Son las hermanas Pendragon, ¿cierto? —Este estrechó su mano cordialmente, primero la tomó Arturia con calma y luego Jeanne, pero antes de poder tomarla, la mayor sintió un extraño escalofrío recorrer su brazo.

—A-así es. ¿Y tú eres?

—Por aquí me conocen como Dantés, pero puedes llamarme Edmon —dijo cordialmente, sin poder apartar su vista de la albina. Las manos de los dos albinos seguían estando unidas, llamando un poco la atención de algunos invitados cerca.

Arturia se sintió incómoda e ignorada, y se apartó lentamente de la pálida pareja. Jeanne le hizo un gesto a su hermana pidiéndole que no la dejara sola con ese psicópata en potencia, pero su hermanita no hizo más que salir huyendo.

Luego de breves instantes, Edmon soltó la mano de su compañera, causando que la misma sintiera un gran alivio. Este se sentó junto a la nerviosa dama y le dedicó una reluciente sonrisa, que daba la impresión de tener cierto aire siniestro. Sería sensato pensar que cualquier persona podría optar por alejarse de él, o ignorarlo, pero Jeanne no podía hacerlo. Sin importar que sus instintos le pidieran incesantemente que lo apartara de ella, había algo que la hizo buscar tema de conversación con aquel hombre, una conversación que duraría el resto de la velada familiar.

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⏰ Última actualización: Jan 14, 2020 ⏰

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Guerra de Familias [Fate]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora