Parte 2

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Le quite el sostén y sus senos se irguieron. Era dos grandes y hermosos pechos con las puntas rosadas, suaves, deliciosas. Acerco mi lengua lentamente, Camila entre cierra los ojos, sus largas pestañas, su boca entre abierta dejando exhalar partes de su aliento, estoy casi apunto de tocar la punta rosada de su pezón con mi lengua, da un sutil gemido apenas perceptible. Después de tocarla con mi lengua, mis labios llegan hasta tocar sus grandes tetas. succiono un poco y lamo su pezón, ahora más suave con mi saliva.

Intento desabrochar su falda, doy cuenta que aun lleva su uniforme. Se la quito, y surgen los incomparables tesoros de dos piernas hermosas, magníficos muslos redondos, como torres de marfil custodiando. Y que en la base del vientre se ocultaba aquella gruta virgen y misteriosa que con mis manos entre sus piernas, ligeramente abiertas, empiezo a frotar por encima de su panty, sintiendo en mis dedos la sensación tersa de un bosque sagrado, pero ahora salvaje como ciertos otoños.

Le quito su panty blanca, su vello era espeso, y los apretados labios en su vagina no dejaban vislumbrar mas que aquella muestra perfecta.

Empiezo a lamerle todo el cuerpo con la lengua, no solo la concha.

Vuelvo al cuello. Empieza a gemir con más soltura. de entre sus labios sobre sale su lengua rozada. Me decanto a darle un beso. Sus labios son más suaves y dulces de lo que hubiera imaginado desde el balcón. Mientras la beso no dejo de acaricias su vagina. mi mano ya está bastantemente húmeda. Empiezo a meter mi lengua en su boca, me encanta el sabor de su saliva. regreso a sus tetas, mas grandes y mas hermosas que hace 15 minutos. A mi mano ya empieza a derramarsele el flujo vaginal de Camila.

-Debería detenerme?, en este momento? Comportarme y dejarla ir. -Mientras pensaba..., no dejaba un sólo momento de estimularla-.

Sus gemidos eran más constantes, parecía con cada minuto que pasaba estremecerse hasta su ultima raíz, sin duda Camila era virgen.

-Camila es virgen, no me equivoqué cuando estábamos charlando en el café. -Pensaba, o lo decía en voz muy baja, tanto que en ningún momento Camila dio cuenta de mis diálogos-.

-Como quisiera hundir mi dedo en su vagina, está tan bien lubricada que fácilmente se hundiría, ni que decir de mi verga, pero estará lista.

-Debería parar, y ser un caballero...



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