Capitulo II: El Entrenamiento

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Camino al lugar de cautiverio (celdas), donde nos mantendrían encerrados quien sabe hasta cuándo, pensaba, era extraño que, quizás en el sitio donde nos tenían, se iba a transformar en nuestro hogar, brotando lágrimas de mis ojos, podía ver lo frío y oscuro que era todo el lugar.

No había ningún tipo de espacio acogedor, sólo tuberías, cuartos con vitrinas amplias, de reojo pude ver una sala de equipos tecnológicos, computadoras, pantallas, entre otras cosas (seria el lugar de las operaciones), habían muchas personas, pero a la vez, estábamos solos. Los guardias nos llevaron directo a las celdas, nos entregaron un cobertor a cada uno para abrigarnos.

Camine poco a poco detrás de las chicas para entrar a la celda, en ella habían camas, pero no eran las camas confortables que teníamos en nuestros hogares, o en un hotel, estaban hechas de concreto, recubiertas de una colchoneta, sin más nada que pudiese permitirnos dormir cómodos; oscura y fría, lo único que podía disfrutar de esa situación era que mi cama daba con un ventanal en el techo de vidrio, permitiéndome ver el cielo y los cambios de estación con el pasar del tiempo.

Era difícil dormir allí, quería mi cama.

Así que esa noche más que nada comencé a conversar con las chicas, conociendo la vida de cada una, ya que permaneceríamos mucho tiempo secuestradas, debíamos distraernos de algún modo. De ese modo estuvimos hablando de dónde veníamos (país, universidad), quienes eran sus padres, su familia, cuáles eran sus gustos, los temores, así permanecimos despiertas por horas, a diferencia de los chicos que no mostraron ningún interés en conocerse, aunque Beck comenzó a preguntarle cosas a Ángel.

A pesar de que, quizás, tener que hacer todo lo que nos pudieran pedir, iba a ser la única manera de poder sobrevivir allí, ninguno teníamos el ánimo de hacer nada, solo queríamos volver a casa, y borrar toda esta pesadilla de nuestra memoria, ¿cómo podría yo trabajar en un lugar así?, a caso ellos (los que nos tenían encerrados) desconocían sobre nosotros la poca preparación en batalla como para llevarnos hacer algo de lo que no fuéramos capaces. La verdad era que ninguno pensaba moverse del lugar donde nos tenían. Pero nada de eso podíamos hacer tampoco, nos iban a torturar mientras no hiciéramos nada, todo estaba en nuestra contra, así que era mejor hacer lo que ellos querían.

El primer día, nos levantaron cerca de las 5 a.m., me desperté algo confundida, todavía estaba algo dormida, al salir al pasillo nos formamos en una fila, de allí comenzamos a caminar en dirección hacía un pequeño cuarto, aunque no queríamos ir a ninguna parte (quizás por el miedo), nos empujaban, nos gritaban para que nos moviéramos rápido, lo primero que hicimos fue entrar a una cabina para llamar a la familia, debimos decir que estábamos bien, era difícil tratar de decirles algo a nuestros padres, durante las conversaciones con ellos debíamos hacerlo de forma natural, e incluso tenían cámaras para que ellos nos pudieran ver.

Detrás tenía una pantalla verde, pero con sus programas los hacían ver como si estuviera en la Universidad, tenían todo grabado, los espacios donde yo me la pasaba con mis amigas, la biblioteca, aulas de clases, en cierto modo era aterrador pensar no decir algo distinto teniendo a un hombre apuntando a la cabeza por si se nos ocurría decir la verdad, por lo tanto la mayoría de las veces intervenían las llamadas.

En los siguientes meses, hacíamos lo mismo dos veces por semana, en ocasiones quería llorar para que mi Padre me viera e hiciera todo lo posible para rescatarme, pero luego pensaba que quizás le podían hacer daño a ellos. No lo iba a permitir.

Luego de llamar a las familias respectivamente, nos sacaron fuera del galpón dirigiéndonos hacia una montaña, bastante rocosa y alta, mientras caminábamos, el Teniente iba diciendo, que este iba a ser nuestro nuevo estilo de vida, que comenzáramos a acostumbrarnos, que desde ese momento nuestra vida cambiaria para siempre, al llegar al pie de la montaña el Teniente gritó:

Akasha, el Génesis de la RebeliónWhere stories live. Discover now