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Lo que recuerdo de esa madrugada, era el silencio. No habían almas que viviesen en ese sótano como para hacerme compañía. Estaba sola, con hojas en frente y la idea de escribir algo para que no me hicieran daño otra vez.
Pero había algo que no encajaba a lo que me decía la señora que me tenía cautiva. ¿El señor Penter dañaba a mí madre? Cierto no la veía hace rato, ella casi vivía con el, pero no la había visto mal en el tiempo que a veces me visitaba.
Otra de las dudas que habían surgido en mí mente era como, esa mujer, conocía mí historia. En el sentido, que nadie había oído el cómo empezó el asunto de los cuadernos. Eso me hace sospechar que me vigilaba. Aunque no se el cómo.

Pasaron las horas, una, dos, tres. Escuchaba las manecillas de el reloj mientras trataba de concentrarme y escribir alguna historia corta. Pero los finales no aparecían en mí mente.
"Bloqueo de escritor" pensé. Era bastante común, pero no me sucedía, por lo que pensé que la situación no me ayudaba. A lo que tome una de las hojas en blanco y dibujé, primero una rosa, un ojo, y un castillo. Creo que podría darle un final feliz y fantasioso, pero era imposible, el inicio de la historia era tétrico, no quería darle un final brusco. Entonces recurrió a el método del sueño.
Al rato de haber terminado de escribir su primer historia en ese oscuro lugar, sonó el timbre. No entendía que significaba. Hasta que vio a la señora con una bandera, en la que parecía estar su desayuno.
-querida, come.
Solo se limitó a mirar con desconfianza aquella bandeja de plata, no sabía si no había metido algún químico extraño que la durmiera o veneno. Aunque su estómago la traicionó, rugiendo. Bebió del café y mastico con delicadeza los buñuelos que le habían dado, ante cualquier sabor o textura extraña, escupiria todo. Aunque no tuvo que recurrir a ese plan, no había nada malo con aquella comida.
Extrañada miro a aquella persona que le miraba desde la escalera.
-te ah gustado?
-eh.. si, gracias.
-muy bien, debiste de haberlo disfrutado, ya que el almuerzo se atraso y esperaras hasta las 4 de la tarde.
Eran las 8 de la mañana. 8 horas sin comer eran demaciado.
-y lamento decirte que los horarios que antes había predispuesto, no podrán cumplirse, entonces puede que no tengas comida siempre-sonreia descaradamente, como si disfrutase tener a alguien en su sótano, que vive con nada de comida y escribe por deber.
-b-bueno..-no era de tartamudear. Estaba asustada a mil, temía por su salud.
La mujer se retiró con la bandeja en camino a la parte superior de la casa.

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⏰ Última actualización: May 25, 2019 ⏰

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