Capitulo III: Disencion

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Cuando aquel hombre inició su marcha hacia el centro de la sala todos los presentes prestaron su atención hacia él, la escalada de tensión parecía haber llegado a su punto más alto desde que la reunión había iniciado.

«esto empieza a ponerse interesante, no pensé que se desesperaría tanto sin siquiera yo hostigarlo—. Pensaba Shivah mientras se le dibujaba una sonrisa en el rostro.»

—ángel de la muerte, ¿quién te ha dado el permiso para que irrumpas en el centro de la sala? ¿no ves el desorden que has provocado? —cuestionó con tono molesto la hermosa ángel de batas blancas que estaba moderando la reunión.

Al instante Astrid, líder del cuerpo de Valquirias de Asgard sujeto el mango de su espada dentro de la vaina—. Maldito segador de almas ¿aún a sabiendas que ustedes son los principales sospechosos te atreves a querer boicotear la reunión? —Preguntó con rencor la alta valquiria.

Aun con esto el hombre de batas negras continuaba con su marcha hasta el centro del estrado de manera impoluta como si no se estuvieran dirigiendo a él, la mayoría de las personas en la sala lo observaban con el más grande desdén, pero el ángel de estatura promedio ni parecía inmutarse ante la atmósfera que generaba el rechazo hacia él, sin embargo, aun así, todo se mantenía en silencio, todos esperaban que dicho ángel le contestara a Astrid, pero él no daba respuesta alguna.

—Azrael, quinto líder de los ángeles de la muerte además de ser la potestad que rige Europa. Todos estamos esperando que digas que pasó realmente en Ygdrassil o realmente no estarás esperando que creamos que tus ángeles o quién sabe si tú mismo no son culpables de la injerencia humana hacia este lado de la pared —dijo Shivah esbozando una tenue sonrisa y cruzando sus tres pares de brazos incitando a Azrael para que le responda.

Habiendo Shivah terminado de decir eso, Azrael se detuvo y miro hacia arriba, exactamente hacia el lugar donde se encontraban los siete grandes dioses sentados y enfocó su mirada en el dios de seis brazos—. Yo no le debo dar explicaciones a nadie, ni siquiera a ustedes, los ángeles de la muerte trabajamos a parte del conjunto de las fuerzas de las divinidades, no estamos sujetos a ninguna de las siete facciones, solo cumplimos con nuestro trabajo. Te digo esto para que controles el tono en que te diriges y expresas ante mí, ya que, a diferencia de todos los que están aquí, yo no le debo ningún honor ni pleitesía a ninguna deidad.

Diciendo esto el líder de los ángeles de la muerte, se empezaron a escuchar muchos murmullos en la sala, algunos asentían al parlamento de Azrael mientras que otros miraban y comentaban con gran celo.

—¡orden en la sala! ¡Ustedes son divinidades y representantes divinos, esperen su turno para hablar! —Gritaba enojada la moderadora logrando así calmar un poco el pandemónium para poder esperar en orden la respuesta del gran dios, sin embargo, la respuesta de Shivah nunca llego.

«Le dejaré pasar esta, quiero ver con que saldrá Azrael de ésta, sin embargo, no responder ahora me hará parecer débil y equivocado —pensó Shivah.»

—mejor deja de usar falacias y da un buen argumento, ángel de la muerte.

«creo que verdaderamente he exagerado al responder así —pensó Azrael—.» Líder del cuerpo de protección de armas sacras Astrid Enfrod, alto consejo de las siete grandes divinidades permítanme presentarme oficialmente para los que no me conocen. Mi nombre es Azrael, líder de los ángeles de la muerte durante los últimos mil años, potestad que gobierna Europa y usuario y guardián del arma sagrada "Mas allá" pido perdón por mi atrevimiento y falta de tacto al levantarme sin siquiera esperar mi parte para hablar, pero debía sofocar todas las dudas sobre los segadores antes.

El papel de un ángel de la muerte no es más que el de guiar las almas de los muertos al hades o al paraíso, nosotros no cruzamos a nadie sin que haya muerto primero —decía Azrael.

—eso es muy cierto, pero no es que estén limitados solamente a muertos, un ángel de la muerte puede sin ningún problema pasar a un mortal, eso está en si el ángel quiere o no hacerlo —dijo con una voz aterrorizante una de las entidades que se encontraban arriba en la sala, su tono de piel era oscuro y tenía muchos colgantes dorados en su rostro.

—eso es totalmente correcto Alshirj, sin embargo, además de que tengo el control sobre todos mis ángeles, es bueno recordar que no solo los ángeles de la muerte tenemos el poder de cruzar mortales hacía este mundo, esa habilidad también es propia de las valquirias —pausó por unos segundos Azrael para luego esbozar una pequeña sonrisa—. Esa habilidad también es de los grandes dioses.

El silencio después de haber dicho Azrael esas palabras era sepulcral, era tan absoluto que daba miedo, hasta que una voz le dio sonido al silencio.

—ángel de la muerte, no abuses de los beneficios que te da tu estatus... Recuerda que bajo consenso colectivo te podemos juzgar, el simple hecho de insinuar una blasfemia o acusación hacia uno de los siete es catalogado como alta traición —dijo el hasta ahora callado el dios Amón-ra—. Procura tener cuidado con lo que dices, el resultado de decir eso podría crear descontento y disensión entre los dioses menores, ángeles y habitantes del paraíso.

—pero por la urgencia de la situación es imperante, si no ponemos todas las cartas sobre la mesa no llegaremos a ninguno lado, son ocho armas sagradas, una por cada uno de los siete paraísos y la octava se encuentra en mi poder. Es obvio que tenemos un infiltrado entre nosotros sino sería imposible que dieran con la logística suficiente como para cruzar las fuerzas de Asgard.

—concuerdo con el ángel de la muerte, los enemigos se movían con bastante destreza y pericia dentro del santuario, como si realmente supiera donde estaba escondida el arma —dijo ahora con más comprensión y calma Astrid.

En la sala todos se habían calmado y asentían hacia el camino que se dirigía la reunión, luego un hombre gigante se levantó en uno de los elevados asientos y golpeo la barandilla que tenia de frente.

—como uno de los grandes dioses opino que es acertado calcular todas las posibilidades, aunque parezcan descabelladas, El arco de Freya estaba bajo la custodia de mis tropas, aplicare todas las fuerzas de Asgard en su recuperación —dijo la deidad de ojo parcheado—. Como que mi nombre es Odin juro que los capturaré y aniquilaré.

Las palabras de Odin crearon agrado entre los miembros de la sala, solo unos pocos tenían cara de descontento y desaprobación.

—estoy de acuerdo con las palabras dichas por Azrael, el único problema es que ha sido exactamente él quien lo ha propuesto. Bien es cierto que es posible que uno de nosotros pueda ser culpable, pero en nuestro caso es imperante que decidamos que se hará ya que somos grandes dioses, pero los ángeles de la muerte no son indispensables, sugiero que hagamos otra reunión donde no intervengan los ángeles de la muerte y valquirias ya que son los primeros sospechosos —dijo Alshirj con su característicamente horrorosa voz.

—no he hablado en toda la reunión, pero veo que llegamos a un punto ya. Sugiero que llevemos a cabo la próxima reunión lo antes posible y que la misma solo conste de la asistencia de los dioses mayores y de sus respectivos consejeros y generales, los que estén de acuerdo con mi propuesta simplemente asientan y los que no o los que tengan algo más que agregar solo dígalo —dijo un ser rubio con 8 pares de alas, una armadura dorada resplandeciente y adornada con una hermosa capa blanca, el mismo también poseía una enorme espada atada al cinto de la armadura.

Mientras la reunión se desarrollaba en una parte inferior del estrado se encontraban dos seres vestidos de negro conversando.

—creo las cosas han escalado bastante—. Dijo el ángel de pequeña estatura —las armas sacras pueden desequilibrar la balanza en una guerra, entiendo todo el revuelo que se está dando, además Azrael está siendo tan molesto como de costumbre.

—¿molesto? ¿A qué te refieres Ariel? —preguntó el gigante que tenía a su lado.

—no has sido muy perceptivo entonces, lo Azrael busca es agregar a los segadores a la jugada —dijo Ariel mientras se le formaba una tenue sonrisa en el rostro—. El muchacho es bastante astuto Kallel. creo el heredó más que un buen manejo de la espada por parte de ese hombre.

—pero ya Sahariel ha terminado la reunión, ¿qué más podría decir el mocoso? —Insistía cuestionándole Kallel.







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