Irene gimió por debajo cuando empujó sus caderas, insertándose por completo en la chica debajo de ella.
—Irene—la joven gimió y clavó sus uñas en los hombros de la más grande al sentir el enorme placer de tenerla dentro de ella.
La más grande colocó ambos brazos a los lados de Seulgi para soporte y empezó a embestirla a una velocidad moderada, queriendo que se acostumbrara a su tamaño.
Irene cerró los ojos momentáneamente al sentir lo apretada que estaba Seulgi, la manera en que sus paredes apretaban su miembro era delicioso y no pudo evitar dejar salir un gemido ahogado.
Sus caderas comenzaron a subir de velocidad y ahora tenía a la chica debajo moviéndose junto con sus embestidas. Irene veía con ojos llenos de lujuria la manera en que los senos de Seulgi se movían arriba y abajo. La mayor lamió sus labios antes de agachar su cabeza y tomar uno de los pezones erectos en su boca, mordiendo y chapando levemente. Seulgi arqueó su espalda gimiendo ante la sensación de la boca de Irene contra su pecho.
—Mierda, Irene— cerró sus ojos mientras su mano se enredaba en el suave cabello de la joven y la empujaba hacia abajo, queriendo sentir más placer, como si las estocadas no fueran suficiente.
Seulgi podía sentir la manera en que Irene estiraba sus adentros, el grueso miembro destruyendo su pequeña cavidad con cada empuje de sus caderas. Se sentía tan bien.
La menor atrajo a Irene hacia ella para poder capturar sus labios en un beso necesitado, ella necesitaba saborear esos labios rosados con los que soñaba cada noche. Era irreal el tener a Irene sobre ella, follandola una y otra vez. Era un sueño sentir como su pene entraba y salía de su vagina. Irene era un sueño.
El tan solo pensar en ello hizo que sus paredes se lubricaran aún más, dejando salir el líquido transparente que se envolvió en el miembro de la otra chica.
Seulgi escuchó a Irene gruñir a mitad del beso y se separó abriendo los ojos para encontrarse con la vista más excitante; Irene tenía los ojos cerrados, sus cejas levemente alzadas mostrando el placer que estaba sintiendo, el sudor rodando por su frente hasta su cuello, sus mejillas rojas debido a la temperatura y su boca parcialmente abierta para dejar salir pequeños gemidos.
Sus ojos descendieron por todo su cuerpo, deteniéndose por unos segundos en sus pechos para luego bajar hacia su abdomen, el cual se contraía con cada embestida de sus caderas. Seulgi no lo pudo evitar y su mano se colocó en él, deslizándola por el semi marcado abdomen sin importarle el sudor, era demasiado caliente y Seulgi apretó sus paredes provocando otro gruñido de Irene. Su piel se sentía tan suave y caliente al mismo tiempo, rasguñó levemente el abdomen y después volvió a subir su mano al mismo tiempo que sus ojos se posaban en ver cómo Irene metía y sacaba su miembro que estaba cubierto de sus líquidos; era grande y grueso, tenía un par de venas que sobresalían por los lados y Seulgi pensó que nunca había visto un pene más hermoso. Todo sobre Irene era hermoso.
Su mirada volvió a posarse en su rostro cuando la escuchó llamar su nombre. Un gemido agudo dejó su boca cuando Irene aumentó la velocidad, sus estocadas más duras y profundas.
—Te sientes tan bien, Seulgi—, su voz era un poco más grave debido a la excitación del momento y Seulgi se sintió orgullosa de ser quien causaba cierto placer en Irene.
Seulgi no dijo nada, en cambio volvió a besarla y esta vez, sin aviso envolvió sus piernas en la pequeña cintura de Irene y la atrajo a sí misma, haciendo que Irene lograra llegar más a fondo.
Un largo gemido escapó de ambas bocas e Irene tuvo que separarse del beso por unos segundos. Abrió sus ojos y se encontró con el rostro de Seulgi igualmente cubierto de sudor y su pene vibró dentro de la cavidad. Irene sentía que nunca había estado con una chica como Seulgi, la manera en que sus paredes la apretaban y atraían era sofocante e Irene pensaba que nunca encontraría a alguien igual. Seulgi era distinta.
