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                                                                          Guadalajara, Jalisco, México, 9 de enero de 1997.

Estimado desconocido:

No te lo había dicho, pero cada carta que escribo lo hago el día de los sucesos, así no olvido lo que quería contarte.

Hoy un dulce aroma me levanto por la mañana, los 3 chicos estaban en la cocina cocinando unos deliciosos panqueques, son mi desayuno favorito. Santiago me hizo una señal con la mano para que me acercará y tomará un plato, se veía tan tierno con aquel delantal rojo.

La alegría de los tres chicos me causaba sentir algo de envidia al mismo tiempo que me hacía sentir en casa, una verdadera casa, donde no era hostigado por familiares preguntándome ¨Nicolás, ¿Cuándo vas a traer a la novia? ¨si esa tía que enfada a todos, sumándole  a mi padre que ya quería que su hijo llevará a una chica a casa y no solo a sus amigos, me sentía feliz.

    —Nicolás sé que los panqueques son tu desayuno favorito, espero y te gusten— dijo Santiago con un gran brillo en sus ojos esmeralda.

    — Gracias — mi voz sonaba muy bajita.

En eso Francisco rio un poco y dijo a  rienda suelta.

    —si yo fuera la novia me pondría celosa con ese trato tan especial a Nicolás— al final soltó una carcajada y Santiago le lanzó algo de masa en la cara.

    — Francisco eres la persona, más graciosa que conozco— dijo algo sarcástico pero divertido.

Después de tan linda escena, Santiago me llevo a casa, me despidió con un fuerte abrazo. Mis padres presenciaron eso, no les gustaba, sabía que al entrar llegaría al infierno después de estar en el cielo, y así fue.

Solo escucha los regaños, me decían cómo debía escoger mis amistades y evitar gente "enferma" obviamente eso me lastimo, ¿yo estaba enfermo?, me hacían cuestionarme muchas cosas, me dolía. Me encerré en mi habitación y lloré a mares, tratando de ahogar mi llanto con la almohada para que no escucharan mis padres, seguramente si me veían llorar todo sería peor, me creerían débil y dirían que los y que los chicos no lloran, que no es digno de un hombre, pensar en eso me ponía todavía más triste.

¿tú me entiendes?

Te quiere, Nicolás.

Me dijeron podrías ayudarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora