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Chanyeol tenía seis años cuando tuvo que aprender, a la fuerza, que nada dura para siempre. Que aunque queramos congelar un momento, o a una persona, la vida sigue y no espera a nadie. Era una tarde calurosa de abril, cuando su padre murió de un ataque al corazón. Su madre y su hermana, al ser él muy pequeño, trataron de cumplir cada uno de sus caprichos para evitar que se derrumbara, pero lo que necesitaba no vivía más.

No tuvo la mejor relación con él. Los Park eran la familia más importante y rica de Corea, lo que obviamente mantuvo ocupado a su padre con su trabajo toda su vida. Pero a pesar de que rara vez llegaba a casa, el señor Park siempre pasaba el poco tiempo que tenía con su familia. Había sido un buen padre, y un capaz empresario. Por esta misma razón, consideró que sus hijos, Yoora y Chanyeol, debían encargarse del imperio que creó.

—Chanyeol, cielo, ¿está todo bien?— el aludido regresa a la realidad cuando su mamá toca su hombro.

—¿Eh? Ah, sí, todo está bien. Sólo estoy... distraído, supongo.

La señora Park le sonríe con cariño, y se gira hacia su hija, —Yoora, ¿puedes repetirle a tu hermano la agenda del día de hoy?

—Por supuesto, mamá. Hoy en la tarde— dice, buscando entre unos papeles, — habrá una reunión en casa de los Oh. Nuestra familia ha sido invitada, pero yo tengo que asistir a una junta con los trabajadores de la fábrica, y mamá irá a una cita para almorzar.

—Entonces iré solo a lo de los Oh— declara dando por terminada la sesión familiar —. Llevaré a Minseok conmigo, y las mantendré informadas por si aparece alguna oportunidad de negocio.

Se pone de pie y camina hacia la puerta, con una carpeta negra bajo el brazo. Dentro se encuentran los documentos que requerirá para tramitar su matrimonio. Sonríe al pensar en la noche de ese día, una pregunta que lo cambiará todo entre su novio y él.

Maeda y Chanyeol empezaron a salir cuando ambos iban en la universidad, y no podían ser más felices. Ya llevaban más de cinco años juntos, y el mayor creyó que ya era hora de formalizar su relación. Nadie sabía sus intenciones, pues quería que fuera una sorpresa. Sin embargo, se preocupaba de las reacciones de su familia; nunca habían aceptado a Maeda, pues el chico era enigmático y a la vez bastante ordinario. Muchas veces él mismo le había comentado a Chanyeol que no encajaba en su mundo, y tuvieron cientos de problemas por ello, pero nunca dejaron que los separara. Ahora que tenía la idea de proponerle matrimonio, sólo esperaba que finalmente pudieran valorarlo por la felicidad que le causaba.

Nuevamente soñaba despierto, y el tono de llamada en su celular lo devolvió a la Tierra. Sacó el dispositivo de su bolsillo, deslizando su dedo para contestar.

—Park Chanyeol.

¿Qué hay, Dumbo?

—¿Disculpa?— frunció el ceño, mirando el nombre de contacto antes de suspirar, —¿Qué quieres, Kim?

Sólo quería avisarte que terminé los preparativos para esta noche. El restaurante, los globos, el anillo... — Minseok hace una pausa como si intentara recordar algo importante, — ¡Oh!, casi lo olvido. Tienes que pasar a recoger el anillo a la joyería.

—¿Por qué no puedes hacerlo tú? Para eso te pago— dice sonriendo, sabiendo que a su asistente le molesta que lo mencione.

Escucha, niño, que trabaje para ti no significa que puedas ignorar que soy tres años mayor que tú— Chanyeol sabe que al otro lado de la línea, Kim probablemente esté haciendo un pequeño berrinche —. Lo recogería yo, pero tengo que alistar todo para la junta de tu hermana. Además, ¿no quieres echarle un vistazo?

Lazos • CHANBAEKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora