... confiada

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En su primer año el único objetivo que tenía en mente era, no sólo quedar en el equipo de baloncesto, sino también ser titular y después un capitán. Y teniendo en claro su principal objetivo, Dongho decidió terminar con su novia, Jie Qiong, con quien llevaba aproximadamente un año saliendo, con la promesa de volver si lograba la primera parte de su maravilloso plan.

Sus esfuerzos dieron frutos, cuando ingresó a segundo año ya jugaba en los partidos oficiales y era el principal candidato a ser el próximo capitán, apoyado por el capitán mismo. Además, sus notas eran buenas, lo suficientemente buenas para agradecer que Minhyun fuese compañero de equipo y le ayudase a repasar. Un cerebrito con alma de atleta.

Aun así, un año después, se decidió a no volver con ella y ella no parecía muy interesada tampoco en que eso sucediera, pues del amor que una vez pareció que tenían, ahora no quedaba nada más que una bella amistad, por parte de ambos. Y como tampoco era una obligación tener pareja, decidió que preferiría seguir en su soltería y enfocarse en su futuro.

Hasta que llegó el festival de primavera y las porristas pidieron a los jugadores que fueran a animarlas en el concurso de baile, como hacían ellas en los partidos. El entrenador les dejo salir antes por ese día, por lo tanto se pusieron de acuerdo para presentarse en el concurso y vitorear a sus amigas. Eran un equipo después de todo y aparentemente el premio era la entrada a un spa. ¿Quién sabe? Quizá podrían invitarlos.

− Chicos, a que no saben lo que acabo de ver −. Se acercó uno de sus compañeros, que se había visto en la necesidad de desviar su camino hacia Roa, la capitana de porristas, para avisarles que ya estaban ahí para animarlos, aunque todos los presentes sabían que no era más que una coartada para verla. – Roa estaba molesta, hablando con una chica de grado inferior −. Reía en voz baja, tratando de que los alumnos ajenos al equipo no le escucharan.

− ¿Y eso?

− Jonghyun es parte del jurado este año −. Dongho conocía a ese chico, lo conocía porque era el mejor amigo de Minhyun y por tanto había intercambiado palabras con él. Le agradaba el chico, era parte del consejo estudiantil pero era de esos líderes que en lugar de colocarse la corona y sentarse cómodamente en el trono, bajaba de su pedestal y decidía trabajar con todos los demás mortales.

Era respetado.

Mal por Roa. Las porristas solían estar acostumbradas a ganar porque eran populares, porque eran bonitas y nadie se cuestionaba realmente por qué ganaban desde siempre en ese tipo de eventos. Después de todo, si eran porristas, era por algo. Todos aseguraban que tenían talento, lo cual era cierto, y por lo tanto no dejaba ver otros talentos fuera de lo establecido. Pero con Jonghyun seleccionado ese año como juez, la cosa era muy distinta, todos respetaban lo que decía, sus opiniones y él era un chico con los pies fuertemente enterrados muy por debajo de la tierra, lo que significaba una cosa; La corona estaba en peligro.

− Deben haber buenas contrincantes este año −. Sin estar cegado por la clásica luz deslumbrante que caía grácilmente sobre las animadoras, Jonghyun podía ver más que a ellas. Si había chicas buenas en el escenario, él lo sabría y nadie, ni siquiera Roa era capaz de discutirlo, porque esa chica era preciosa y no era tonta. Una cosa era estar acostumbrada a tener lo que quería y otra muy distinta empezar una batalla campal con el ángel de la escuela. Nadie la respaldaría y probablemente todos terminarían en su contra.

− Eso lo creo, pero lo que quiero decir, es que la chica hizo ese gesto cuando Roa le hablaba −. Imitó un gesto que Roa, de hecho, utilizaba mucho cuando estaba rodeada de sus amigas; El deslizar sus dedos por el cabello y lanzarlo hacia cualquier lado, un gesto que cuando la capitana de porristas utilizaba no hacía más que realzar su arrogancia, por lo que Dongho ya podía imaginar la escena en la que su amiga quedaba boquiabierta por tal desplante.

− ¿No será esa niña una buscadora de atención? – Cuestionó otro chico, Shownu, todos aun hablando por lo bajo. – Te metes con la abeja reina y te haces de un nombre.

− Si es así, no sabe con quién se metió −. Soltó Dongho, aunque no fue del todo escuchado, pues el presentar en el escenario ya daba el aviso de que el desempate estaba por iniciar y todos estaban más que curiosos por saber lo que sucedería en él. ¿Habría greñas en lugar de bonitos peinados al finalizar?

Secretamente esperaba que sí.

Sería peligroso, y se preocuparía, pero de alguna manera su lado morboso decía también que podía ser divertido.

− Mira, es esa chica −. Dongho siguió con la mirada hacia la chica que el dedo de su amigo señalaba. Se sorprendió. No recordaba haberlo visto antes y por la expresión en su rostro, realmente parecía lo suficientemente confiada como para ganar. Sonrío al notarlo, esa chica debía ser demasiado confiada o demasiado ingenua como para pavonearse frente a Roa de esa manera.

Lo confirmó cuando la líder del equipo de primer año había dicho al acuerdo llegado para hacer el desempate, sin tener que volver a hacer la coreografía. Al parecer iba a ser una batalla de uno contra uno, la mejor se llevaba la corona. Y por supuesto, de un lado estaba Roa y del otro, la chica misteriosa de bonito cabello negro y lacio, manteniendo en sus labios una sonrisa apenas visible, pero que lograba atraer la mirada de las personas, curiosas como él.

Si de sensualidad se trataba, Roa parecía ser experta, por lo que ya podía esperar algo de lo que pasaba frente a sus ojos, aunque los vítores enloquecidos de la testosterona no se hicieron esperar, además de una que otra chica que la admiraba por ser... ella. Por otro lado estaba la chica de primero, que si bien, podía hacer las cosas sensuales también, había hecho reír a los espectadores con algunas interpretaciones exageradas y graciosas.

Lo que fue suficiente para arrebatarle la corona a las, ya no, invictas porristas.

La gran cereza del pastel fue cuando la vio hacer el famoso gesto, en frente de todos, sobre el escenario, y con la corona puesta. Dándole la espalda mientras se despedía en un dulce mover de sus dedos.

Dongho sintió el primer flechazo enterrarse en lo profundo de su corazón. 

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