... mi destino.

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"− Tenías razón, siempre tienes la razón. "

El techo de su habitación era blanco, pero al acostarse, justo frente a su cara, había una fotografía que había colocado ahí el año pasado; Su grupo de amigos.

"– Debí haberte escuchado, no sólo por estar con él... "

Reacomodó su cuerpo para quedar de costado. Observó entonces su ropero, dentro tenía cursis fotografías con Dongho. Su favorita era en la que compartían un helado con el rostro pintado. Habían celebrado su ingreso a la universidad con los demás.

"− Debí haberte escogido. ¿Cierto?"

"− Por favor, no actúes de esta manera. "

Una lágrima brotó de su ojo derecho, mojando el puente de su nariz y la almohada. Con su mano trató de limpiar cualquier otra lágrima que amenazara con adornarlo a él o a la decoración de su desordenada habitación.

− Soy un idiota.

Agradeció que su madre respetara su muda decisión de no salir de su habitación por los siguientes dos días, sólo para ir al comedor dictado por el instinto de supervivencia. Dolía su pecho, no como un asesinato crudo y donde las vísceras adornaban las paredes de la habitación, era peor. Un asesinato directo y limpio, parecía que se desangraba, pero por supuesto llegó el lunes y él no iba a morir, tenía que ir a clases.

Aun así, no era sólo el hecho de que le habían herido el corazón lo que le hacía sentirse al borde de la bruma, sino lo que había hecho dieciocho horas después. Y a quién...

Debía dejar de darle vueltas al asunto, debía alistarse para asistir a clases. Si no lo hacía, entonces su madre comenzaría a preocuparse, y él de sí mismo también.

− Buenos días, cielo.

No creía que fueran realmente buenos, pero su madre parecía ir tarde al trabajo por lo que prefirió sólo sonreír e imitarle las palabras. Ella se despidió y salió por la puerta, claramente aliviada de saber que su angelito volvería a poner los pies sobre la tierra. No era fácil.

Media hora después, con sus cosas sobre los hombros y la bicicleta en manos, decidió salir de casa para llegar a tiempo a la universidad. Fuera no tardó en reconocer la camioneta estacionada en frente; Dos días sin llamarle para suplicar explicarle y ahora se aparecía como si nada, seguramente esperando que las cosas siguieran como antes. No sería así.

Ignorando el llamado tímido que casi le provocaba arcadas, siguió su camino sin voltear a verlo, esperando que ese idiota comprendiera que no quería saber absolutamente nada de su existencia y se largara por su propio camino.

− Minki, necesitamos hablar.

El nombrado compuso una mueca de fastidio, viró los ojos y siguió su camino en bicicleta sin voltear a verle. Baekho lo siguió, con la camioneta pisándole los talones. A ese paso iban a tener un accidente.

− Minki, por favor, sube.

Apretó los labios, no le gustaba cuando Baekho utilizaba un tono de voz tan autoritario. Eso sólo causó que lo volteara a ver de reojo antes de darse cuenta que alguien detrás parecía apurado porque ambos se quitaran de su camino.

Se rindió... Momentáneamente, y con ayuda de su ex novio subió la bicicleta en la parte de atrás antes de ponerse en el asiento del copiloto y de brazos cruzados esperar que simplemente le diera un aventón hasta la universidad.

Así fue.

Dongho no le dijo nada en el camino, ni siquiera puso música lo que volvía el ambiente más incómodo, aunque creía que sólo se trataba de él.

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