De vuelta a casa

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Desde la meseta central de Rusia se veía un pequeño pueblo cerca de Smolensk. Allí estaba observando los movimientos de la policía, el asesino recién fugado de la prisión que se encontraba en mitad de la montaña. Observaba sus rutinas y sus movimientos para poder salir de Rusia sin se detectado. Para ello necesitaba un coche patrulla y el traje policial, así que esperó tres días, ocultándose en la montaña. Se untaba de barro para que las patrullas que llevaban perros no pudieran detectarle, y cuando llegaba la noche evitaba a las patrullas nocturnas, esquivando las linternas. Cuando pasaron los tres días fue cuando uno de los coches patrulla se desvió de la ruta y se separó del resto, entonces fue cuando atacó silenciosamente.

Se deslizó por la ladera intentando no caer cuesta abajo, cuando llegó abajo se escondió detrás de unos matorrales y esperó a que llegara el coche patrulla.

Estaba oscureciendo, cuando llegó el coche ya estaba todo oscuro así que encendió las luces, el asesino se percató de ello y agarró una gran piedra, que encontró en el suelo y la tiró al camino justo detrás del coche. El guardia lo escucho y bajó del coche cogiendo la pistola, por sí acaso, cuando llegó al lugar vio la piedra. Palideció al notar una mano en guantada tapándole la boca, al instante sintió el frío metal atravesando sus costillas, lo último que vio fue la cara del asesino sonriendo mientras le hundía el cuchillo en el torso.

20 minutos más tarde el asesino ya había ocultado el cuerpo y fue al pueblo, pero vestido de policía, con su coche y con su placa.

Empezó a nevar y eran las 00:00 de la madrugada, paró delante de una tienda de deportes y se dispuso a entrar, pero antes abrió la guantera y sacó 50 euros, después entro.

Saludo al tendero y se puso a mirar máscaras de hockey para ocultar su cara quemada. Miró durante un rato, después se volvió hacia el tendero y en la pared de exposición de detrás divisó una máscara de hockey negra y con una calavera dibujada, simplemente, le encantó. Le preguntó al dependiente cuanto costaba y le contestó que 25€. El asesino le pago para mantener su tapadera y se fue.

Entró en el coche y dejó la máscara en el asiento de al lado y metió el dinero que sobró en la guantera.

Cogió la pistola, la cargó y arrancó el coche, dejando la pistola debajo de la máscara. Poco después estaba saliendo del pueblo.

Se miró al espejo y pensó:

-Voy a por vosotros...

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