Las caras de la luna

La noche más oscura

Cae la noche, estamos enfrente uno del otro y nos miramos a los ojos. Tenía unos ojos marrón oscuro preciosos, no podía apartar la mirada de ella, pero de repente pienso en mis amigos.

- ¡Tengo que salvar a Mía y a Steven! -exclamo- ¡No puedo dejarles con esos tipos!

Katherine me mira y asiente.

- Está bien, vayamos a rescatarles. -contesta-.

Nos acercamos a la fábrica abandonada con mucho sigilo intentando oír algo. Cri-cri...solamente  se escucha el ruido de los grillos y luciérnagas mientras caminamos. Nos paramos delante de la puerta principal.

- Cuidado, -le aviso- pueden estar esperándonos.

- Contaba con ello. -Katherine sonríe- Deberíamos entrar por la puerta trasera.

- Está bien. -la sigo- ¿Por qué me ayudas?

- Porque ambos tenemos el mismo enemigo. -me mira a los ojos- Lobo, ahí dentro puede pasar cualquier cosa...más te vale que vayas preparado.

- Lo estoy. -digo convencido- Vamos.

Entramos a la fábrica y oimos el suave chapoteo de unas gotas. Permanecemos alerta, pero no habían más ruidos por lo que decidimos avanzar. No había ni rastro de los encapuchados.

- Me parece que aquí no hay nadie... -me dejo caer desolado- Quizás ya se han ido...

Katherine se para un momento y respira profundamente cerrando los ojos.

- No...siguen aquí, -Katherine se vira hacia mí- Huelo sangre.

Señala hacia una puerta. Empiezo a temer lo peor y salgo corriendo destrozando la puerta. Katherine me sigue con una agilidad excepcional y, de pronto vemos una especie de altar. Justo a los lados estaban encadenados Mía y Steven. Corro hacia ellos, pero algo me empuja hacia atrás con una fuerza brutal.

- Agh...

Miro de nuevo hacia el frente y veo a uno de los encapuchados.

- Hola perro, pensé que nunca llegarías -me mira y enseña su sonrisa, donde sobresalen dos afilados colmillos-.

Katherine se pone en medio de los dos y le ataca, pero el vampiro la tira para un lado dejándola inconsciente. De repente, una pequeña ventana deja entrar la luz de la luna...