Capítulo 5

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Eren compró un par de caballos porque eso agilizaría nuestro traslado hasta Eileen, afortunadamente el dinero que portaban era más que suficiente para los tres, así que como no sabía montar un caballo, mi traslado fue Arac.

Logré persuadir a Eren para que comprara comida seca, con la escusa de que así no llamariamos la atención con fogatas innecesarias.

El argumento que había utilizado era que nos localizarían más rápido pero en realidad era porque no soportaba la idea de ver fuego a mí alrededor.

Desgraciadamente la suerte no estaba de mi lado, después de tres días, una pobre madriguera de conejos apareció en nuestro camino y Eren parecía muy feliz con el hecho de que un día comiendo comida fresca no haría daño, además de que podría conseguir algo de dinero vendiendo las pieles, la verdad es que era algo que le vendría bien a cualquiera.

La noche era hermosa en ese mundo, el cielo era una tonalidad entre morada y negra dejando ver todas las estrellas que brillaban con intensidad, la luna emitía un brillo acogedor para todos los viajeros que se iluminaban con su luz.

—Estas más callada de lo normal.

Levanté la vista hacia Arac quien se sentaba en un tronco. Lo único que hice fue sonreírle tontamente mientras veía a un emocionado Eren que preparaba la fogata.

—Solamente quería reservar mi distancia de Eren y su emoción por la comida —contesté jugueteando con el pasto.

—Seguro.

Fueron las únicas palabras que salieron de su boca para después ir a cortar leña, me pare de mi lugar para acompañarlo.

—Arac —llamé su atención mientras caminábamos—. ¿Cómo es tu rey?

—¿De pronto te interesa? —contestó secamente.

Me pare de golpe pero Arac siguió avanzando.

—¡Claro que me interesa! —contesté enojada—. Me voy a casar con él, sabes, no quiero casarme con un viejo amargado.

Arac se detuvo en seco e hizo que me golpeara contra su espalda, lentamente se giro para verme.

—El rey es un hombre que hace lo posible para hacer que su pueblo viva lo mejor posible, es inteligente y un maestro con el arte de la espada.

Fruncí el ceño, eso no resolvía mis preguntas pero antes de que hiciera nuevas preguntas siguió con su camino.

Me detuve por completo, Arac no iba a contestar nada y seguirlo iba a ser una pérdida de tiempo, así que me di media vuelta indignada y fui tras mi segunda opción, Eren.

—¡Eren! —lo llame lo más alegre posible para atraer su atención.

—¿Qué quieres? —contestó con fastidio evidente.

Eren no tenía ningún respeto por quien era, así que simplemente solo hablábamos lo necesario.

—¿Cómo es tu rey? —pregunte mientras lo ayudaba con la fogata.

Una mirada inquisidora paso por su rostro y encogió los hombros.

—Como cualquier otro hombre —extendió su mano—, leña.

Bueno al parecer eso ninguno de los dos iba a resolver mi duda así que probé con algo más.

—¿Cuál es su nombre? —pregunte mientras le pasaba madera.

—Zarek Thaiel.

Me sorprendí por el extraño nombre del rey.

—¿Zarek? —repetí una vez más—. No es un nombre común.

—Los reyes de Eileen no tienen nombres comunes ni se repiten entre ellos —explicó Eren—. Cada uno de ellos es especial a su manera y sus nombres son escogidos a conciencia.

—Eso quiere decir que Zarek tiene un significado.

—Sí, su significado es Rey.

Antes de darme cuenta la fogata comenzó a prenderse dejando salir el humo y a brillar con intensidad.

Mi cuerpo se quedo paralizado, pronto el fuego comenzó a esparcirse por todo la fogata, mi cuerpo comenzó a sudar y mi respiración comenzó a ser irregular.

Eren se había ido por la carne de conejo.

Antes de darme cuenta una mano tomo con fuerza mi brazo levantándome del lugar.

Mi cara se topo con la figura de Arac quien me miraba serio.

Me estremecí ante la mirada analizadora, no quería que me vieran así y mucho menos que supieran que no podía soportar el fuego.

Arac abrió la boca para decir algo pero al momento la cerró de nuevo, me soltó de su agarre pero me seguía contemplando.

—¿Qué sucedió contigo? —preguntó serio—. Cuando te sacamos del monasterio solo usamos la fuerza física, no entiendo porque te quedas pasmada por ver una fogata.

Me intente alejar de él pero nuevamente me retuvo inmovilizando mi brazo.

—¡Te lo dije! —chillé desesperada—. Poseo un trauma.

No era mentira pero sabía que la mirada asesina de Arac no comprendía explicaciones.

—No recuerdas ni quien eras en esta vida —siseó amenazante Arac—. ¿Quién eres?

—¡La comida pronto estará lista!

El grito de Eren hizo que la atmosfera entre nosotros se aligerara. El castaño soltó mi brazo, gracias a la distracción logré alejarme de él.

No quería hablar con nadie solo quería irme lejos, me sentía cansada y sola, en cambió pronto Arac seguiría cuestionando quien era en realidad, así que opte por irme a dormir lo más lejos posible de la fogata pero cerca de su rango de vista para evitar un mal entendido.

Estaba asustada, quería regresar a mi anterior vida, volver con mi madre y comer su comida, ver a mi editora y compañeros de trabajo hasta ver a Adam para fastidiarlo.

Unas lagrimas silenciosas rodaron por mismejillas ante el sentimiento de odio que crecía en mi al pensar en él, por suculpa había terminado en ese mundo, ahora tenía que lidiar con algo que noconocía haciéndome pasar por una joven que no podia ayudarme, pues por mi causa perdió sus recuerdos.

Reina de los ladronesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora