Capítulo 3

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—Llegarás en unos treinta minutos, tus tíos te van a estar esperando allá —comentó mi madre.

—Y ¿Dónde está papá? —pregunté.

—Está haciendo papeleos y…

—Ya, no expliques, ni siquiera para despedirse de mí, puede dejar su estúpido trabajo.

Rodé los ojos molesta. Mi madre me dio el pasaje.

Media hora, media hora es lo que falta para desaparecer de Toronto. Lloviznaba, yo veía caer las gotas de lluvia por las ventanas, hasta que anunciaron que deberíamos abordar el avión para mi vuelo a Riverton falls; una pequeña ciudad que está a unas siete horas en auto.

—Me parece estúpido ir en avión, cuando ustedes podían llevarme o…dejarme conducir a mi.

—Queremos que llegues lo más pronto posible.

—Querrás decir, «Queremos deshacernos de ti lo más pero posible»

—No digas tonterías —Me tomó de los hombros delicadamente—. Querida, te suplico, no hagas caras, no vayas a ser maleducada. Obedece a tus tíos en todo lo que te pidan. Y no seas tan...

—¿Tan yo? —Rodé los ojos—. Trataré, pero no prometo nada —expresé con fastidio.

—Tampoco trates mal a tu prima, ella es…, muy expresiva.

—Esperemos que no me saque de mis casillas…, Violet.

Me había despedido de mi madre y poco después, aborde el avión y revise la hora en lo móvil: dos y media de la tarde. Mi asiento era en clase turista, tome asiento, abroche el cinturón de seguridad, me coloqué mis audífonos y por último la capucha de mi sudadera. Pensaba hacer unas cuantas notas mentales:

»Averiguar todo lo que mi familia me esconde.

Listo. Será fácil recordar aquella cosa, que era la más importante y por la cuál hago este ridículo viaje. Poco después, un chico de sentó a mi lado y se abrochó el cinturón de seguridad. El avión ya había despegado, el chico abrió una soda y bebió de ella.

Me miraba mucho de reojo.

«¿Qué rayos le sucede? Solo ignóralo, escucha la música» me decía a mi misma.

Abrió unas galletas y ¡Joder! Hacia mucho ruido con la boca y lo peor, aún así seguía observándome, era incómodo. Solo procedí a subirle el volumen a mis auriculares para así, no escuchar el ruido que hacía cuando comía.

Tell them i was happy
Diles que era feliz

And my hearth is broken
Y mi corazón está roto

All my scars are open
Todas mis cicatrices están abiertas

Tell them wath i hoped would be
Diles lo que yo esperaba que fuera

Impossible…impossible…
Imposible…imposible…

—Noto que te gusta James Arthur —.dijo acercándose un poco más a mí.

Me quite un auricular— ¿Perdón?

—Que si te gusta James Arthur.

—¿Por qué lo dices?

—Amm, estabas tarareando impossible, es una canción de él, además que lo puedo oír.

Tenía razón en parte, ya que la música estaba a un volumen bastante alto. Era su culpa por hacer mucho ruido.

—Pues no, estoy escuchando la versión rock. La original no me gusta mucho —contesté fríamente—, ya que prefiero más el rock alterno y…etc.

Pude verlo con más detalle; poseía unos ojos grises muy bonitos, cabello negro, los laterales de su mandíbula eran marcados. Tenía un rostro muy varonil, llevaba puesta una polera de color rojo.

—Ya veo, vaya…, parece que también tenemos el mismo color de atuendo.

«¡Maldición!» tenía razón, ya que yo llevaba una sudadera roja. Solo asentí.

—¿Quieres? —dijo, ofreciéndome sus galletas.

—No, gracias.

—Vivo en Riverton y jamás te había visto ¿Qué haces viajando allí?

—Viviré con mis tíos, mientras mis padres resuelven algo. —cerré mis ojos, haciéndome la dormida para que no siguiera hablando.

Entendió la referencia.

[…]

Baje lo más rápido posible del avión, tome mis maletas y fui a ver si ya me estaban esperando. Revisando la hora en mi móvil, eran: tres y cuarto de la tarde. Un par de caminatas por aquí y allá, encontré a una chica que llevaba un letrero que decía mi nombre. Supuse que era mi prima; me acerque a ella.

—Hola.

—¿Zade?

—Sí, y tú eres…

—¡Ay! Soy América, tu prima, se que no me recuerdas, pero cuando éramos niñas jugábamos mucho con barbies y a la cocinita —expresó feliz «yo no lo recuerdo, nunca me gustaron ese tipo de juguetes»—. Ahora estaremos juntas…, todo el tiempo. Prima mejor amiga.

¡Joder! Esta chica si que es muy parlanchina y suena tan patética. De primera ya me está estresando y sacando de mis casillas. «contrólate» me decía a mi misma. «aunque una cortada de lengua no le vendría mal.»

—¿Perdón, que acabas de decir? ¿Prima mejor amiga?

—¡Claro que sí! Eso seremos. —sonrió— ¡Oh! Pero que tonta soy, dame tus maletas —las miró extrañada—.  Veo que son… muchas.

—¿Tu crees? Solo son cinco —dije simplemente—, no quise traer todas mis cosas de Toronto.

—Ya entiendo, vamos.

Caminamos unos cuantos metros, y ahí estaba el chico del avión; aquel que se había sentado a mi lado. Estaba con sus maletas, en la máquina expendedora de golosinas. Solo decidí ignorarlo. América también lo miró y comenzó a acercarse a él, yo solo la seguí.

—¡¿Dámek?! ¡¿Eres tú?! —gritaba, hasta que él, por fin la miró.

«Mierda, lo que faltaba, que estos dos se conocieran.»

—Oh, América, cuánto tiempo ha pasado —ellos se abrazaron—, ¿Qué haces por aquí? ¿Cómo has estado?

—¡Bien! He estado muy bien, mira —ella me jalo del brazo—, ella es mi prima.

Su mirada se posó en mí. No podía negar que sus ojos eran bastante lindos— Ah, si, ya nos conocemos, fuimos compañeros de asiento en el vuelo. Aún no me has dicho tu nombre —dijo mirándome.

Ya de pie, el se veía bastante alto, quizás media metro ochenta y cinco o más.

—Se llama Zade, se quedará a vivir con nosotros.

Solo asentí y mostré una sonrisa fingida. Sus ojos grises se habían vuelto a clavar en mí, haciéndome sentir incómoda de nuevo.

—Ya veo, ¿Qué les parece si nos vamos todos en un mismo taxi? Total, somos vecinos —mencionó el ojigris.

—¿Vecinos? —inquirí.

—Ah, sí, el vive dos casas a la derecha de la nuestra. Te gustará, tenemos vista al bosque. ¡Vamos!

—Te ayudo con las maletas de Zade —dijo y tomo una maleta de la mano de América.

Ella lo tomó por el brazo. Y se fueron adelantando, ella le hablaba mucho y él solo sonreía. Por la forma en la que América lo mira, se nota que de muere por aquel tonto, «tal para cual» pensé. Solo procedí a seguirlos, solo quería llegar a descansar.

Delirium InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora