Capítulo 2

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Desconocido

La oscuridad en las calles, el silencio inquietante, el frío que helaba la piel de cualquiera, el eco incesante que emitían las paredes de este cuchitril; una vieja casa abandonada. Se podía sentir el miedo de Math Sampson, gimiendo, rogando piedad, mientras yo; su verdugo, me deleitaba con su dolor.

Su pierna izquierda ya sangraba abundantemente. Yo le había quitado algo y el tenía miedo de ver qué era.

—Déjame ir ¡Te lo suplico! —en su voz se notaba el cansancio y la desesperación.

Mi risa se escuchó fuerte, malévola…, divertida. Este chico si que era estúpido.

—Es una lastima, me estoy divirtiendo mucho como para dejarte ir, lo lamento. Tic tac, tic tac, tu tiempo se acabará pronto.

—¡Te lo suplico! ¡Déjame ir! Te pro...prometo que no le diré a nadie.
Que patético.

—Shh, estás paredes escuchan, guardan secretos. ¿Escuchas lo que hablan?. Grita, llama, implora, estás paredes siempre guardarán mi secreto.

—No sé cómo llegué aquí, no se porque me haces esto. —sollozó—. ¿Po-porqué a mi?

—Cuántas veces he escuchado esas preguntas ¿Porque a mi? ¿Porque yo? Esas preguntas se han vuelto monótonas en mi cabeza, todos gritan y preguntan lo mismo antes de morir —confesé.

Lo desaté de la silla y el cayó al suelo, mientras yo observaba como mi víctima se arrastraba por el suelo, como el maldito gusano infeliz que era.

—Creo que intentar abusar de tu hermanito pequeño es una razón por la cual hago esto.

—¡¿Qué?! No…yo

—Oh, cállate —dije con cansancio— bueno, la verdad es que eso me tiene sin cuidado.

—Yo…no…sabía lo que hacía estaba muy...

—Drogado, lo sé —me quite la mascara.
—¿Te sorprende? ¿Cómo alguien como yo puede causar tanto daño?

—¡¿Tu?!  ¡Eres un monstruo!

La sorpresa atravesó su rostro de forma instantánea. Cayó en mis juegos.

—Bla bla bla...hay otra razón, por la que estás aquí, hoy estoy de un muy mal humor.

Math intentó levantarse y cuando por fin lo consiguió, yo sostenía un martillo y golpeé con fuerza en su pierna derecha; rompiéndola. Un grito incesante escapó de sus labios, dejándose caer en el suelo y golpeándose contra la pared para calmar el dolor.

Sus dedos palparon su pierna adolorida emitiendo un nuevo grito.

—No eres muy inteligente, Math —murmure con sarcasmo.

—Ya basta…—suplicó— no lo soporto más. Déjame…ir.

—Ahora que has visto mi rostro no puedo hacer eso Math. Pero antes, te contaré porque estoy molesto. —me incline a un lado de él, tomando su rostro para que lo girará y me viera—. Mira y escucha. —tire de su cabello con fuerza.

—Eso duele —sollozó.

—Ella se va, siempre la protejo y ahora se irá.

—Estás demente.

—Tendré que ir con ella— subí encima de él sujetando su cabello— porque yo siempre —saque una pequeña navaja que tenía escondida en mi botín derecho— estaré ahí...

—¡Qué vas a…no! ¡No! Por...

—Para ella.

Le corté el cuello.

Delirium InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora