08

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Varios días habían pasado y la convivencia mejoraba entre los dos. Los empleados parecían volverse también personas cercanas, logrando un ambiente agradable y cálido en el castillo. Una noche, cuando la tormenta de nieve se desató contra la ciudad de Sina, el castillo quedó en silencio. Yo me acurrucaba en mi cama sin poder pegar un ojo, la tormenta me puso muy nerviosa como para irme a dormir tranquila.

Entonces decidí ir a tomar algo para calmar mi corazón alocado del miedo. Nunca me había tocado una tormenta de nieve y las historias trágicas que me han contado sobre ellas, no ayudaban en nada.

Mis pies descalzos ni siquiera sonaban en el pasillo, el sonido era amortiguado por el sonido de la tormenta chocar contra las ventanas del castillo y de las mismas paredes rocosas.

Detuve mi caminar cuando pasé por la habitación de Levi y observé su luz encendida. ¿Estaba despierto a éstas horas de la madrugada? Quise ignorarlo y seguir directo a la cocina, pero su puerta se abrió como si supiera que estaba ahí.

Se detuvo, sorprendido.

—¿Qué haces? —es lo primero que pregunta.

—No puedo dormir e iba a prepararme algo caliente para tomar. —señalo el pasillo oscuro. Levi mira la dirección donde señalo, luego asiente.

—Te acompaño.

Vaya, eso sí es raro.

Entonces caminamos entre la oscuridad del pasillo, que si antes me daba miedo, ahora con Levi a mi lado, todo se esfumó. Giro a verlo sin querer ser discreta, y es que iba vestido tan normal que me costaba asimilarlo. Mis hormonas florecieron con recorrer su cuerpo con mi mirada, su polera blanca de manga larga y unos pantalones cómodos negros.

—¿Qué miras? —suelta en medio del supuesto silencio. Casi no le escuchaba por culpa de la tormenta.

—Que estás muy guapo aún con ropa normal. —no miento. Fácilmente me descubriría. Él me mira atento unos segundos, luego vuelve a mirar al frente.

—Y tú vas muy desabrigada. ¿No tienes frío?

—Estaré bien.

En la cocina fui a buscar algo que pudiera tomar, ahí dentro ya no sonaba tanto desastre por la tormenta como en los pasillos, por lo que podíamos hablar con normalidad y escucharnos.

—¿Quieres tomar algo en especial?

—Té negro por favor. —se sienta en un banquillo junto a la isla en medio de la cocina. Saco el té para prepararlo.

—¿Qué haces tú despierto a éstas horas? —pregunto, mientras el agua se calentaba. Miro al Capitán sobre mi hombro.

—No tengo sueño. —dice como si nada.

—¿Es porque estás lejos de tu hogar? —pregunto rápidamente, hago una mueca. —Si hay algo para que te sientas más cómodo, dímelo.

—No es eso, tonta. —corta mi discurso. Giro para mirarlo mejor. Me miraba con cansancio. —Simplemente no puedo dormir, ni aquí, ni allá... no te mortifiques por eso.

No puede dormir.  Parpadeo sorprendida.

—Levi... ¿Cuánto tiempo sueles dormir?

—No importa...

—Levi... —no quería usar ese tono de voz con él pero no me daba elección. Rueda los ojos.

—Dos o tres horas, pero aunque lo sepas no puedes hacer nada contra eso.

—Eso es muy poco...

—Es suficiente para mí. —le quita importancia.

Sigue poniendo muros entre nosotros, muros que no me deja atravesar pero que sé la razón por la que están ahí. Uso la tetera para servir su taza de té y la mía, cuando le veo agarrar la taza casi me suelto a reír. ¿Qué manera de sujetar la taza es esa?

Entregar el corazón. |Levi Ackerman x OC| |Premios Wattys 2019|Where stories live. Discover now