Todo me lleva a ti

Capítulo 1

-De niña tu abuela solía peinarme todo el tiempo, era algo que disfrutaba mucho- Le cuenta Valentina a su hija mientras la peinaba

-Mi abuela sabía hacer muchos peinados?- pregunta curiosa la pequeña

-Muchos, ni te imaginas cuántos me hacía

-Me gustaría que mí abuelita estuviera aquí para hacerme uno

-Está aquí, seguro ella está manejando mis manos para que este peinado quede perfecto- dice Val dándole la última vuelta a la gomita de pelo que sujetaba aquella trenza- Listo mi amor, te gusta?

La niña se mira al espejo y observa su peinado- Sí, gracias mami

-De nada

-Mamá me llevará hoy?

-Dijo que tenía una reunión pero que pasaría a buscarte a la salida

La pequeña esboza una enorme sonrisa- Sii, y le pediré ir por un helado

Valentina sonreía por el simple hecho de ver a su hija sonreír- Ve a lavarte los dientes que ya tenemos que salir o llegaremos tarde a danza

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La pequeña Nina se adentra a su clase de danza soltándose de la mano de su Mami Valentina, corrió al salón dónde ya se encontraban un par de compañeros y una vez que los saludó volvió a mirar a Valentina agitando el brazo a modo de saludo, Val mueve su mano de un lado a otro mientras le sonríe, la queda mirando unos minutos más y abandona el lugar. Sale del edificio y se dirige a su auto que se encontraba estacionado a un par de metros, se sube al asiento del conductor colocándose el cinturón de seguridad para luego arrancar el coche e irse a casa. Juliana le había dicho que ella pasaría por su pequeña, así que a Valentina sólo le quedaba comprar las cosas para la cena de está noche. Era Lunes, la semana recién arrancaba pero Valentina ya sentía pesadez en su cuerpo, deseaba estar acostada mientras miraba algo en Netflix, es que los años no venían sólos y el pasar de ellos se notan perfectamente en su cuerpo. No por las arrugas que pueda llegar a tener, si no por las pocas ganas que tenía de hacer las cosas. Ahora entendía un poco a su padre cuando lo veía echado cada tanto en su gran sillón leyendo el diario, no hacía otra cosa más que desconectar un poco del mundo. El último tiempo fue difícil para su familia, pero ver sonreír a su hija era una de las cosas que le llenaban el alma y hacían que todo fuera un poquito más fácil. Su familia, conformada por Nina y Juliana, era lo mejor que Valentina había hecho en su vida.

Valentina llega a su casa luego de pasar al súper a hacer las compras, baja del auto y saca de él dos bolsas. Entra a su hogar, dónde el olor al perfume que le puso a Nina antes de salir la envuelve, sonrió al recordar su sonrisa cuando la despidió minutos atrás. Deja las cosas en la cocina y comienza a ordenar el desorden que había dejado antes de salir. Juliana tendría que estar llegando con su hija dentro de 2hs, las clases de danza duraban una hora y media. Valentina tenía que admitir que la pasión por la danza venía de familia, además cuándo Nina estaba en la panza de su Mamá Juliana, ella le ponía toda clase de ritmos pero la pequeña se movía únicamente con Bachata, y quizás también en alguna que otra clase de Zumba que Juliana solía frecuentar estando embarazada. Nina era una niña alegre, el arte estaba en su sangre y eso se notaba, cada vez que dibujaba se la escuchaba cantar o tararear esas canciones que aprendían en el Kinder o que Lupe le enseñaba. Lupe, su abuelita, la cuál ya amaba desde antes de sentir su calor y el beso que le depositó en su frente la primera vez que la sostuvo en brazos. Lupe cuido tanto de Juliana, la hizo tomar vitaminas y comer tantos platos de sopa que Juliana ya sabía diferenciar con los ojos cerrados los diferentes tipos de sopas que existían dentro de las preparaciones de su madre. Lupe acariciaba la panza de su hija y le hablaba al pequeño ser que se estaba criando, le decía todas las cosas que iban a hacer juntas y todo lo que le esperaba afuera, "Tienes que crecer fuerte para cuando seas grande puedas correr a los brazos de tu abuela" le repetía una y mil veces.