Capítulo 12

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Valentina y Juliana entraron a la habitación que Val con anticipación había reservado en el Hotel Mar Azul, quedaba frente a la playa y a unas 4 cuadras de lo que sería el centro de aquella ciudad ubicada en el norte de México. Val cargaba con las valijas, no sabía si pedirle o no ayuda a Juliana que en silencio se mantuvo lo que resto del viaje, le gustaría saber qué era lo que pasaba por su mente, sin duda si el mago de la lámpara le diera tres deseos uno sería leer la mente de Juliana en ese instante. Dejo ambas Valijas, una de mano y otra con rueditas, en el piso a un costado de la cama una vez que ingresaron y sintió el peso del viaje en su espalda, lo ignoró porque el día no acaba y algo le decía que sería una noche larga.

Juliana se asomó al gran ventanal de aquella habitación, sabía que su estado era más ausente que presente y que no había emitido ninguna palabra, es que en realidad si tenía que decir todo lo que pasaba por su mente temía que Valentina la tratará de loca, pero algo en su interior le decía que debía confiar en ella, por qué no hacerlo? Estaba segura que no haría nada que le hiciera mal, ella le hacía bien desde que tenía memoria. Observó las lejanas olas del mar que se movían constantemente, algunas eran más grandes que otras, sin darse cuenta sus pensamientos se iban alejando como las olas cuando vuelven al mar, no sabía muy bien que era lo que estaba pensando o donde quería llegar, el rostro del Chino daba vueltas en su mente y la sonrisa dibujada de él en su imaginación como un simple recuerdo hacía que a su pecho le costará respirar como lo hacía normalmente. Sin darse cuenta se sujeta la muñeca lastimada y el dolor la hace volver a la realidad, trato de no quejarse en voz alta pues de inmediato recordó que Valentina estaba con ella. Se dió la vuelta y su novia la estaba observando mientras descansaba unos segundos sentada en la cama.

-Ya le avisé a Lupe que llegamos bien- comenta Valentina en un tono sereno

Juliana asiente, Lupe se le había olvidado. -Qué hacemos aquí exactamente?- pregunta al unísono que la pregunta aparece en su mente

-Vinimos a distender de la rutina- intenta disfrazar Valentina el verdadero motivo por el que están allí

-Y Nina?

-Se quedó con tu mamá, ella va a cuidarla estos días

Juliana asiente intentando captar la información recibida- Cuántos días nos quedaremos?

-Reserve este hotel por una semana- Valentina notaba en el rostro de Juliana que no había expresión alguna

-No puedo quedarme tantos días tengo cosas que hacer en la empresa...

-No te preocupes por eso, ya dejé todo arreglado en la empresa y no se va a derrumbar porque faltes unos días

-Valentina la empresa es mí responsabilidad...

-Juls... Va a estar todo bien si? Confía en mí

Juliana asiente sin decir más nada, "confiar" se dice a si misma, una palabra tan fácil de decir, pero que para llevarla a la práctica dependía mucho de uno. De confiar en otra persona se trata básicamente la vida, vivimos rodeados de personas a las que no terminamos de conocer en su totalidad, algunas te sonrien por delante y te acuchillan por detrás, otras a las que desconfiamos de ellas jamás harían algo en nuestra contra, y otras que nuestra intuición nos dice bien y simplemente no nos hacen nada. Juliana confiaba en Valentina, más de lo que Valentina quizás creía que lo hacía. Sólo que en este momento no confiaba en ella misma, en lo que era o no era capaz de hacer, no era Valentina el problema, era ella con esos pensamientos tan oscuros que pensó jamás tendría, cómo una persona puede pasar de estar tan bien a estar metida en una oscuridad absoluta? A veces esa oscuridad se sentía bien, porque esos pensamientos parecían los correctos, los que ella merecía tener, el sentimiento de culpa por no haberle dicho a su padre quizás esas cosas que quedaron pendiente, por no estar más presente, por no agradecerle algunas cosas o por no darse cuenta todo lo que él hacía por ella en su momento y decírselo. La culpa la llevaba a ese lugar tan oscuro y placentero a veces, es que de vez en cuando se sentía bien estar ahí, y en ese momento era cuando dudaba si quería que alguien quizás se atreviese a sacarla o a buscar ayuda... Porque ahí estaba segura. Juliana se castigaba y autoboicoteaba por cosas que no debería, pero era lo que ella creía correcto, era lo que sus pensamientos tormentosos le indicaban que estaba bien, de esta manera la culpa pesaba menos.

Todo me lleva a ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora