Capítulo 3

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-Nina... mami acá afuera te está esperando, ya decoró tu habitación y tú cunita está lista esperándote- Le decía Valentina a la panza de Juliana mientras la acariciaba sintiendo en sus manos pequeñas pataditas que la pequeña enviaba desde la panza de su mamá- Mami te ama mucho princesita

Juliana se encontraba recostada en la cama mientras observaba la escena con una enorme sonrisa, sus ojitos brillaban y su corazón no podía más con tanto amor que su ser contemplaba, era la escena más dulce que podía observar, jamás pensó que tanto amor entraría en una sola persona, pero lo hacía, no podía amar más a Valentina, ella le estaba dando la oportunidad de formar una familia, la familia que siempre soñó, la que quizás de pequeña visualizaba muy a lo lejos pero que ahora estaba ahí frente a sus ojos. Era Su familia y de nadie más, y la amaba más que a ella misma. Valentina estaba sentada al borde de la cama acariciando su piel y podía sentir el calor de sus dedos pasar por cada centímetro que recorría. Siente como Nina le patea a su mamá cuando le habla y siente como se mueve cada vez que llega a oír su voz cuando están unas horas separadas. Nina lo era todo desde aquel test de embarazo que dio positivo, es que el amor que se tenían había creado forma, y aquel pequeño ser representaba más de lo que el mundo podía pensar.

-Sentiste como me pateó?!- exclama Valentina mientras la mira a Juliana y su rostro no mostraba más qué emoción

-Sii, patea fuerte- se ríe Juliana tratando de que Valentina no note que sus ojos brillaban producto a una pequeña lágrima que quería escaparse

-Creo que va a ser jugadora de Fútbol, sabés? Siempre quise jugar a la pelota pero mí madre no me dejaba porque era cosas de niños pero si ella quiere jugar la voy a llevar a qué juegue- dice segura Valentina- Vas a ser lo que quieras ser pequeña, mami se encargará de eso- dice mientras sigue acariciando la panza

La piel de Juliana se sentía suave para el tacto de Valentina, un poco tensa pero era normal frente a un embarazo de ya casi siete meses. A Juliana le había dado antojos de cosas dulces, sobre todo de merengue, quería que todo tuviera algún tipo de él, no importaba si era el Merengue Francés o el Suizo o el Italiano o si eran los Merenguitos, a Juliana sólo le importaba que tenga un poco se él... El Lemon Pie por ejemplo era su perdición, y Valentina se encargaba de tenerle aunque sea una porción de reserva en la heladera por si se le llegaba a antojar a media noche no quedarse sin nada que darle porque todo estaría cerrado, ella no quería que su pequeña salga con una mancha ni nada parecido. En definitiva, Merengue era algo que no debía faltar en aquella casa, por lo menos hasta que Nina naciera.

-Crees que le gustará su nombre? - le pregunta Valentina a Juliana

-Por qué no?

-Y no se, hay personas que no les gusta su nombre...

-A ella le encantará, más cuando le expliquemos que le pusimos así para que tengamos algo en común no crees?

-Ay sí, Julia-na, Valenti-na y Ni-na, somos como las tres mosqueteras- Val ríe achinando los ojos

-Pero son mis mosqueteras- Juliana atrae con sus manos a Valentina para besarla, la amaba tanto que solo sintiendo sus labios podía expresar todo aquel amor que contenía y que ahora era doble.

***

Valentina se encontraba en la cocina terminando de preparar el almuerzo, había hecho una especie de pollo al mole pero dándole su toque personal, en realidad sólo le agregaba un poco de cebolla de verdeo pero a todos les decía que no revelaría su secreto del chef. Mientras el almuerzo tenía su última cocción en la hornalla, aprovecho para preparar la mesa, en ella colocó tres platos y sus respectivos cubiertos más los vasos que usaría cada una, además puso los individuales y la panera que por ahora se encontraba vacía. El día estaba hermoso, el sol brillaba y los pajaritos que tanto le gustaban a Valentina ya estaban posando en el árbol de su jardín emitiendo el sonido que para Val era sereno y amistoso. Hace poco más de una hora que había ido por Nina a buscarla al Jardín, y este miércoles que marcaba la mitad de la semana marchaba muy tranquilo como todos los días en la vida de ellas dos. La pequeña Nina se acercó a la cocina luego de dejar de jugar con sus muñecas y observó lo que su madre estaba haciendo.

Todo me lleva a ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora